Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de junio de 2025


Este se había, reído: Calla, Huesitos, calla así la llamaba familiarmente. ¡Ten cuidado no me obligues a llevarte a ti también! Y así que llegaron, como marido y mujer comenzaron a vagar por el gran prado, deteniéndose a cada instante para saludar a los amigos con quien tropezaban.

¡Abuela! ten piedad de supliqué con lágrimas en los ojos; déjame gozar de mi vigésimoquinto aniversario... No me obligues a pensar cosas tristes... No me hables de la muerte, y sobre todo de la tuya... Es, sin embargo, una ley de la Naturaleza siempre respetada y siempre obedecida respondió dulcemente la abuela.

Un estremecimiento sacudió el cuerpo del mozo de la Braña. ¡Oh, por !... ¡Bien te acordarás cuando seas señora y vistas de seda y cuelgues de las orejas pendientes que reluzcan como candelas de este pobre aldeano que allá en la Braña destripa terrones! Calla, Nolo, calla profirió ella con acento severo. No me obligues á decir lo que no debo. Lo que soy ahora lo seré siempre para ti.

No, chico, a eso no me avengo. Quiero que vivamos igual que antes; ellas en casa y para mi padre... , como gustes, nada te pido. Siempre tendrás aquí la cama y la mesa, con tal que no nos obligues a reñir unos con otros. ¿Quieres llevarlas a misa? Pues llévalas. ¿Quieres que visiten al Santísimo? ¡Por , que le envíen tarjeta!

¡Juan! ¡Juan! ¡por Dios! no me obligues á lo que yo no quiero hacer. ¿Pero á ti qué te importa? Toda la culpa caerá sobre tu marido. ¡Y si le ahorcaran inocente!... ¡no y no! Pues bien, no me volverás á ver. No, tampoco. ¿En qué quedamos, pues? ¿no te digo que estoy haciendo falta en Nápoles? Echad abajo la ventana con vuestras fuerzas de toro, hermano dijo rápidamente Quevedo al oído del bufón.

A los enseres de la casa cuidadosamente quitáis el polvo cada día: al alma dejáis que críe podre. No me vengas con frases de beato melancólico, ni me obligues a burlas, que callo sólo por consideración a . Imita mi prudencia y no motives escenas que nos den a todos que sentir. ¡No me provoques! ¿Acaso conoces mis propósitos? Faltas a la verdad. No te provoco, pero no te perderé de vista.

Doña Encarnación, que hasta entonces había reprimido la cólera, sufriendo el insulto hecho al enclenque de su marido, por temor de andar a la gresca con Juanita y aun de quedar vencida y aporreada, no pudo ya contenerse al ver y al oír a su marido tan melifluo y tan predispuesto a ser dadivoso, y le interrumpió exclamando: No te derritas, hombre; no te vuelvas una jalea, no me obligues a que sea yo quien te llame tío marrano.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando