Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 2 de junio de 2025


Se trataba ahora de borrar los últimos vestigios de herejía o lo que fuese, congraciándose con la catedral y rogando al señor Obispo que presidiera el solemne reparto de premios aquel año. «Pero ¿quién le ponía el cascabel al gato? Visitación, la del Banco». ¿Quién más a propósito para tales atrevimientos? Por el bien parecer pidió que en su visita le acompañase otra dama de viso.

Se trataba de seducir a su Ilustrísima para que fuese a honrar con su presencia el solemne reparto de premios a la virtud, organizado por cierto circulo filantrópico. El círculo se llamaba La Libre Hermandad, nombre feo, poco español y con olor nada santo.

Me parece que la Revolución le hizo a usted Ilustrísimo señor.... ¡Hizo un cuerno! Me hicieron mis méritos, mis trabajos, mis... ¡seor ciruelo! Déjese usted de insultos y explique por qué he de ser yo enemigo personal del Provisor. ¿Reparto yo dinero por las aldeas al treinta por ciento?

Se inflamaron de pronto las luces del techo, huyeron máscaras y animales, como un aquelarre sorprendido por la salida del sol, y únicamente quedaron en el comedor los camareros con sus bandejas de helados, comenzando el reparto. Ojeda había mirado varias veces a la mesa cercana, donde comía sola Mrs. Power.

Pero muchas de esas repúblicas, después de su independencia, se han dedicado a matar al indio, a suprimirlo con una crueldad más fría y razonada que la de los virreyes y gobernadores, a organizar el exterminio metódico y el reparto de los niños, para que no quedase ni simiente... Nietos de gallegos y vascongados han cantado los intentos de rebelión de los indios contra la metrópoli, viendo en ellos los primeros vagidos de la Independencia, cuando no fueron más que revueltas de razas, sublevaciones de color.

Estaban las cosas en este crítico estado, cuando llegó la noticia de la muerte de Tomas Catari; y creyendo el corregidor de Pária, D. Manuel Bodega, que quitado este sedicioso perturbador de la quietud pública, le seria fácil sugetar la provincia, cobrar los reales tributos y su reparto, determinó ir á ella con armas y gente.

Llegaban viejos arrumbadores de las bodegas, que de muchachos habían marchado a las órdenes de Salvatierra por las asperezas de la inmediata serranía, disparando su escopeta por la República Federal: jóvenes braceros del campo que adoraban al don Fermín de la segunda época, hablando del reparto de las tierras y de los absurdos irritantes de la propiedad. Fermín también había ido a ver al maestro.

La tía Alcaparrona había sacado de bajo de sus faldas una botella de vino para celebrar su buena fortuna en la ciudad. La prole salía a sorbo en el reparto, pero la vista del vino era suficiente para esparcir la alegría. Alcaparrón, con la vista puesta en su madre, que era la mayor de sus admiraciones, cantaba acompañado de las palmas que batían en sordina todos los de la familia.

Y como siempre que soñaba, veía a su madre, perdida, como sus hermanos, en la gran ciudad, la odiosa escena de la Boca se reprodujo con fidelidad pasmosa: el buque atracado al muelle; el muelle atestado de curiosos; sobre la cubierta el montón de indios sucios, desgreñados, hediondos, como piara de cerdos que se lleva al mercado, cohibidos y temblando, por lo que ven y lo que temen; las mujeres, cerca del marido; las madres, apretando a los hijos junto a los senos escuálidos y tratando de ocultar a los más grandes bajo sus andrajos... Y un militarote, que arrastra su sable con arrogancia, procede al reparto entre conocidos y recomendados, separando violentamente a la mujer del marido, al hermano de la hermana, y lo que es más monstruoso, más inhumano, más salvaje, al hijo de la madre.

Lector amigo: yo he escrito este discurso, que no me he atrevido a llamarle libro, pasándome de la jineta de los consonantes a la brida de la prosa, en las vacantes que me han dado las despensas de mi familia y los autores de las comedias por su Majestad ; y como es El Diablo Cojuelo, no lo reparto en capítulos, sino en trancos . Suplícote que los des en su leyenda , porque tendrás menos que censurarme, y yo que agradecerte . Y, por no ser para más ceso, y no de rogar a Dios que me conserve en tu gracia.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando