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Actualizado: 5 de junio de 2025
Llegaron á esta ciudad dos caballeros de la ciudad de Constantinopla llamados Nicola Tragonet y Alejandro Canano, los cuales habían sido cautivados por los turcos con sus mujeres é hijos cuando aquella ciudad fué ganada y para no renegar de la fe católica se rescataron por grandes precios y para buscar dinero conque rescatar á sus mujeres é hijos, con gran vergüenza de sus linajes pedían limosnas por la cristiandad, solicitando del Concejo les diesen 17000 maravedises.
El mayorazgo, que desde el principio del discurso de su amigo tenía un palmo de boca abierta, pero de puro placer, al oirle renegar de Madrid, y que, por otra parte, era generoso, sensible y hospitalario, y no había echado en saco roto que todo un personaje le hubiera reconocido á él, con su corteza de campesino, al cabo de tantos años de ausencia y sin otro motivo que una frívola amistad de la infancia, tendióle los brazos por toda contestación, en los que estrechó al personaje, quien, en premio de su cariñoso ofrecimiento, y con la promesa de no serle gravoso, si en ello no le ofendía, le anunció que dejaba muy bien recomendado su pleito y que contara con ganarle, deshechos algunos enredos que dificultaban el triunfo de su causa, debidos á los manejos de sus adversarios.
El duque no tenía intención de ofender a aquella hermosa ni de renegar en un solo día de la religión de toda su vida; pero hablaba a las gentes en su lenguaje y creía no equivocarse con la señora Chermidy. Se sentó familiarmente a su lado y le dijo: Señora, permítame usted que le presente a uno de sus antiguos admiradores, el duque de La Tour de Embleuse.
Ferpierre se calló otra vez un momento para dar a Vérod tiempo para decir algo, y luego, como éste siguiera silencioso, continuó: El Príncipe no podía querer la muerte de la Condesa cuando volvía a amarla, con un amor vehemente y tímido a la vez, que obligaba, a un rebelde como él, a desistir de su propaganda revolucionaria, a renegar de su pasado, de su fe política, de sus cómplices.
Viendo que hacía indicaciones afirmativas con la cabeza, el cura se animaba, añadiendo con énfasis: «Sostener otra cosa es renegar del catolicismo y volver a la mitología... esta es la cosa». Claro apuntó la joven; pero en su interior se preguntaba qué quería decir aquello de la mitología... porque de seguro no sería cosa de mitones.
Yo era bastante rica y estaba dispuesta a dar desde luego más de la mitad de la mía y el resto a mi muerte. Yo me conformaba asimismo con renegar de mi maternidad o con ocultarla, para que Juan Maury buscase y fingiese, para su hija, al reconocerla por tal, más decorosa madre que yo, y no casada sino soltera.
Los dos, después de diversas aventuras, son cautivados por los moros de África. Pero el amor de Isabel á su acompañante se ha transformado poco á poco en verdadero odio; lo abandona, por tanto, y accede á los ruegos del Rey de los moros, que la pretende, llegando á ser la sultana favorita y á renegar de la fe cristiana.
Por una parte el espíritu de compañerismo con los tertulios de la tienda de la Morana, y por otra la molestia que sentía con las constantes excitaciones de la prensa, a las que no estaba acostumbrado, le hicieron renegar pronto de aquel gran adelanto.
Eran estos, ó judíos que se habian empeñado en no renegar de Moisés, ó cristianos que se habían casado con sus comadres, ó no habian sido devotos de Nuestra Señora de Atocha, ó no habian querido dar dinero á los padres capuchinos. Cantáronse unas devotísimas oraciones, y luego fuéron quemados vivos, á fuego lento, todos los reos; con lo qual quedó muy edificada la familia real.
Yo quisiera que todos los hombres de toda la tierra tuviesen mesa abundante a hora fija, porque así se suprimirían casi en absoluto las tentaciones de renegar de Dios. ¡Oh, qué bien estaríamos si, por último, la humanidad se desembarazase de la preocupación del pan de cada día y las naciones se organizasen al modo de grandes monasterios, en donde no hubiera pobres y ricos, y a nadie le sobrase ni a nadie le faltase la casa y la mesa, y la obediencia fuese una blanda ligadura que a nadie impidiese dedicarse con alma y vida a aquello para que Dios le dió vocación.... ¡Con qué devoción, con qué unción, con qué sinceridad se rezaría entonces el Padrenuestro!
Palabra del Dia
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