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Actualizado: 2 de octubre de 2025
Este ensayo se titula No hay amor donde hay agravio, drama muy semejante en su fábula á El médico de su honra, pero escrito acaso con anterioridad á la tragedia de Calderón: una doncella, que, al verse visitada por un galán impertinente en ausencia de su amante, se ve obligada, por la llegada imprevista de su padre, y por la fuerza que éste le hace, á dar su mano al visitador, y siente después renacer en su pecho el antiguo amor que profesaba á su primer amante al presentarse otra vez á sus ojos.
Explicó Ponte Delgado su inopinado renacer a la vida hípica, por el compromiso en que se veía de ir al Pardo en excursión de recreo con varios amigos, de la mejor sociedad.
Esos pueblos que, cada uno á su turno, suben y van en peregrinación hacia la dicha y la luz, dan á raudales lo más sustancioso de ellos mismos, su propia vida, el desconocido azar. Aman, y sin embargo nunca conocerán al ser amado do se encarnara su ensueño, su deseo. Paren sin serles dada la felicidad de renacer que se encuentra en su posteridad.
Al sentirse renacer, como aquella Ave Fénix citada por tantos autores sacros y profanos, saboreó Ramiro con lánguida avidez la delicia de vivir. Todo le azoraba, y el milagro del mundo volvía a maravillarle. Sentado ahora junto a la vidriera, miraba con pensativa puerilidad las nubes espesas de aquel principio de invierno.
Al ver la misma luna, cual antes argentada, la antigua melancolía siento en mí renacer; despiertan mil recuerdos de amor y fé jurada... Un patio, una azotea, la playa, una enramada, silencios y suspiros, rubores de placer...
Un grito de espanto se le escapó al intendente, que se puso lívido aunque tratara de tranquilizarse diciéndose que probablemente Marta se había levantado temprano. Estas últimas palabras hicieron renacer una sonrisa de alivio en los labios del intendente. Bajó la escalera corriendo y le preguntó al portero si no había visto al aya.
Venus ocultó sus desnudeces de mármol en las ruinas del incendio, esperando renacer tras un sueño de siglos, bajo el arado del rústico. El tipo de belleza fue la virgen infecunda y enferma, enflaquecida por el ayuno; la religiosa, pálida y desmayada como el lirio que sostenían sus manos de cera, con los ojos lacrimosos, agrandados por el éxtasis y el dolor de ocultos cilicios.
Apenas se extinguió la luz del sol y comenzaron a brillar las estrellas en un cielo claro de invierno, Febrer descendió de la torre. Durante el breve camino hasta la alquería volvieron a renacer en su memoria los recuerdos del pasado, con una precisión irónica, lo mismo que en la anterior noche de cortejo.
Es que éste viene en efecto; la nieve se funde por las ráfagas de aire tibio y se infiltra en el suelo, ó bien, mezclada con el barro, se dirige hacia el arroyo por los vallecillos y regueros; la vegetación, adormecida durante los fríos, despierta lentamente. Todo parece renacer. Un hálito venido del Mediodía ha renovado la vida en la arboleda, en el arroyo y en nosotros mismos.
Sentíase renacer; volvía a tener ilusiones, creencias, y esos impulsos entusiastas que habían encantado su juventud; recobraba sus alas. Veía realizado su sueño en aquel sentimiento que la ligaba para siempre al señor de Lerne. Sus almas habíanse tocado en un momento dado, en puntos tan sensibles y delicados, que habían quedado como imantadas.
Palabra del Dia
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