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Actualizado: 2 de julio de 2025
La ocasion se presentaba muy propicia para hacer renacer en los criollos las pasadas pretensiones, y conjurándose nuevamente, atrajeron á su partido á los principales jefes y oficiales de las tropas que guarnecian la ciudad; y hasta el cabildo, que estaba compuesto de españoles y americanos casi por partes iguales, se prestó á provocar una discusion con el capitan general.
Tiro había hecho después renacer el poder cananeo o fenicio y estaba en toda su gloria y florecimiento. Sobre el trono de Tiro resplandecía el rey Hiram, amigo de Salomón, hijo de David. Israelitas y fenicios eran estrechos y felices aliados. Muy largo sería describir aquí la grandeza de Tiro. Dejémoslo para mejor ocasión.
Parece guardar un terrible secreto: brotan de sus ramas rumores sordos y después se extinguen para renacer de nuevo, como el murmullo lejano de las olas. Arriba es, en las copas, donde el ruido se propaga; abajo todo está inmóvil, impasible y siniestro. Las ramas, cargadas de negro follaje, se inclinan hasta el suelo, y estremece el pasar bajo aquellas bóvedas sombrías.
Esta pésima costumbre, que ya estaba casi desterrada, vuelve a renacer ahora en forma alarmante. ¿Qué móvil puede guiar a la mujer que se pinta? ¿Engañarse a sí misma? Esto es pueril, pues dentro de nuestra propia conciencia sabemos que la belleza pintada suponiendo que esta pintura lo sea es una belleza pegadiza, falsa, histriónica.
Porque habéis de saber que le servirá de mortaja lo mismo que se ha dado en llamar su gloria, para ser enterrado bajo las ruinas de diversas naciones y de montones de cadáveres sacrificados a su ambición desmedida, a su crueldad sin límites. Empieza a renacer el reinado de San Luis con la ayuda y bajo la protección divina.
¿Qué, tanto le interesa á usted? preguntó con mucha hinchazón María de la Paz, que sentía renacer en sí todas las fuerzas de su antigua habilidosa elocuencia de salón. ¿Pues no me ha de interesar? dijo Elías sintiendo herido su amor propio de mayordomo. Pero voy, si ustedes me permiten, á verla. No puede usted ahora, porque está durmiendo. La va usted á molestar.
Transcurrieron algunos años, y aquel hombre, vuelto al seno de la humanidad, sintió renacer aspiraciones e ideas que en mal hora consideró por la educación sofocadas y por el fanatismo comprimidas. En otra región del mundo, en otras tierras, con otro nombre, fénix de sí propio, resucitó en espíritu, amó, fue amado y tuvo un hijo.
Estaba consternado viéndola renacer de aquel modo, por tan poco, por un rayo de sol de invierno y un poco de olor resinoso de madera cortada, y comprendí que se empecinaría en vivir con una obstinación que le prometía largos días miserables. ¿Habla alguna vez de Oliverio? le pregunté a Magdalena. Jamás. ¿Piensa en él constantemente? Constantemente. ¿Y cree usted que eso durará?
Al ver las hojas con sus contornos y nervaduras inmutables en el hueco de su mano, sintió renacer una multitud de recuerdos que rechazaba con timidez. Sus pensamientos buscaban entonces refugio en el pequeño mundo de Eppie, el cual sólo pesaba ligeramente en su cerebro debilitado.
Todos gustamos de volver la vista atrás, de tarde en tarde, y vivir un poco la vida de nuestros remotos abuelos. La brutalidad hace renacer en nuestro interior fuerzas misteriosas que no es conveniente dejar morir. ¿Que las corridas de toros son bárbaras? Conforme; pero no son la única fiesta bárbara del mundo.
Palabra del Dia
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