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Actualizado: 29 de mayo de 2025


Yo gocé inocentemente en hacerle ver y admirar todas sus bellezas; las espléndidas vistas que desde la Patriarcal quemada se admiran; la plaza del Rocío y las anchas calles paralelas que después del terremoto hizo construir Pombal; el espléndido Terreiro do Pazo; la soberbia anchura con que frente de él se dilata el Tajo, como para recibir todas las escuadras del mundo; el risueño camino que va por su orilla derecha, llena de quintas, palacios y graciosos jardines, hasta la desembocadura, cerca de Pazo de Arcos; y sobre todo, el admirable templo de Belén, con sus esbeltos y aéreos pilares, exquisita muestra de la original arquitectura manuelina y digno monumento de la más noble hazaña de los portugueses, cuando, en edades para nosotros más dichosas, competimos en descubrir y recorrer el mundo y en dilatar por mares y por tierras remotas o ignoradas la civilización de Europa y la fe de Cristo.

Las enigmáticas ruinas calchaquíes que revelan el paso y dominacion de varias razas, á través de los siglos, han de dar algun dia luz suficiente para rehacer las sociedades cuya existencia y poderío indican, precediéndose en ese teatro tan triste hoy y que en edades remotas presentó sin duda alguna un fertil y risueño panorama donde se hizo la fusion de las razas pre-históricas, como lo prueban los cráneos exhumados y los restos de industria. ¿Quiénes fueron los hombres que trazaron el grandioso camino llamado del Inca? ¿Fueron éstos, fueron otros príncipes anteriores?

Sin dejar de creer en todo lo que enseña la Doctrina cristiana, los hombres, en mi sentir, pueden haber inventado ó descubierto la pólvora, la imprenta, la brújula, el pararrayos, el telégrafo, el teléfono, la fotografía, la mecánica celeste y la terrestre, las estrellas más remotas, los microbios y el protoplasma: pero, si algún poeta entiende de buena fe que Dios se oponía á que inventásemos y descubriésemos todas esas cosas, que quizá hagan la vida menos aburrida y amarga, y que con auxilio del diablo las hemos inventado y descubierto, mejorando y sublimando nuestra condición, yo le aplaudo si compone un himno á diablo tan benéfico, á quien llama él Satanás porque se le antoja, y á quien seguiré llamando energía y luz interior que pone Dios en el alma, hecha á su imagen y semejanza.

Hay allí una muchacha ciega, a quien llaman la Tiñosa, la cual canta el jaleo y el ole con tanto primor, que oyéndola he sentido emociones dulcísimas y me he trasportado a las últimas, a las más remotas regiones de lo ideal.

El misticismo algo panteísta que llenaba y colmaba su espíritu, rebosaba y trascendía a lo exterior convertido en hondo sentimiento de la naturaleza y en arrobo contemplativo y extático de las remotas estrellas del cielo y de las flores y plantas del intrincado y frondoso bosque que casi rodeaba el castillo.

Conocí entonces, como Vd. supondrá, lo que verdaderamente valían las órdenes religiosas en México; comprendí, con dolor, que habían acabado ya los bellos tiempos en que el convento era el plantel de heroicos misioneros que a riesgo de su vida se lanzaban a regiones remotas a llevar con la palabra cristiana la luz de la civilización, y en que el fraile era ... el apóstol laborioso que iba a la misión lejana a ceñirse la corona de las victorias evangélicas, reduciendo al cristianismo a los pueblos salvajes, o la del martirio, en cumplimiento de los preceptos de Jesús.

Pero estamos en guerra, y toda mujer tiene despierto el entusiasmo ancestral que sintieron sus remotas abuelas por la bestia agresiva y fuerte... Las grandes damas que hace meses complicaban sus deseos con sutilezas psicológicas, admiran ahora al militar con la misma sencillez de la criada que busca al soldado de línea.

Esto y otras cosas más pueden suceder dentro de cien años más ó menos. Pero el más lógico augurio, la profecía basada en mejores probabilidades pueden fallar por causas insignificantes y remotas.

Primeramente fué mirando las distintas láminas; después empezó la lectura de sus páginas, escogidas al azar, dispuesto á abandonarla, pero retardando el momento á causa de su curiosidad, cada vez más excitada. Al fin acabó por entregarse sin resistencia al interés de un libro que resucitaba en su memoria remotas emociones.

El carácter de raza, el bautismo de nacionalidad, esa especie de limo que la nacion en donde nacemos y vivimos pega á nuestra alma y á nuestras costumbres: esa herencia de pueblo y de familia es un hecho tan poderoso y tan inevitable, que si estudiamos con el necesario talento la forma exterior del arte de Thiers, de Guizot, de Chateaubriand, de Balzac, de De Lamartine, de Víctor Hugo, de madama Cottin, del mismo Horacio, de ese ilustre pintor que tanto admiro; aún de Beranger, de ese nobilísimo poeta que tanto venero; hasta si pasamos á la ciencia del inagotable Augusto Conté, de ese coloso que tanto me asombra: si estudiamos la forma exterior del arte de esos genios; si nuestro espíritu tuviera el ojo penetrante que se necesita para distinguir ciertos colores, ciertos tintes, ciertas sombras confusas y remotas: más claro, cierto hábil relumbron, cierto viso dramático, cierta cara lavada por el palaustre francés; si tuviéramos la necesaria habilidad para descubrir esos delicadísimos detalles, juraría por mi alma, que aún en el arte de aquellos grandes hombres encontraríamos la hechicería francesa.

Palabra del Dia

bagani

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