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Doña Lupe reflexionó mucho todo aquel día, y como tenía un gran sentido de la realidad, empezó a reconocer el poder que ejercen sobre nuestras acciones los hechos consumados, y el escaso valor de las ideas contra ellos. Lo de Maxi sería un disparate, ella seguía creyendo que era una burrada atroz; mas era un hecho, y no había otro remedio que admitirlo como tal.

Había pagado a doña Laura, se había comprado ropa... ¿Pero lo demás dónde estaba? Isidora reflexionó. En perfumería había adquirido lo bastante para tres años. ¿Y de qué le servían aquellos candeleros de bronce, y el jarro de porcelana, y el cabás de cuero de Rusia?

Entonces creyó verla dormida, porque las alucinaciones más contradictorias se sucedían en su espíritu. Reflexionó largamente sobre el medio de llegar hasta ella y despertarla sin asustarla. Para alcanzar su objeto se sentía capaz de todo, incluso de demoler un lienzo de pared sin otro auxilio que el de sus diez dedos.

Lo que me sucede en este acto, me ha sucedido siempre, y me sucede mientras se verifica en esa serie de fenómenos en este estado que llamo de vigilia; mas si sueño que escribo, aun cuando no me acontezca lo que suele, de no acertar á dirigir la pluma, de no ver bien claro, de confundirse todo, no me siento con ese ejercicio simultáneo de todas mis facultades, no reflexiono sobre el estado en que me encuentro; no me hallo con esa conciencia plena de lo que hago, con ese dominio de mismo, con esa luz clara y viva, que en el estado de vigilia se derramaba sobre todos mis actos y sobre sus objetos.

Una coqueta no hubiera dejado de hacer con este motivo unas cuantas monadas; pero Elena, que es demasiado sencilla y natural, reflexionó unos instantes y me dijo con acento de sincero pesar: Quisiera responder a usted; pero no debo, en conciencia.

Cuantas veces reflexiono en nuestra soledad, recuerdo los muchos nidos que tantas veces he visto durante el otoño bajo los álamos del patio de Saint-Point; en lugar de los pequeñuelos hay nieve, y el viento se va llevando sus pajas, ¡una a una! Así es nuestra casa en la actualidad. 18 septiembre de 1825.

Reflexionó un instante, se secó los ojos y las mejillas y abrió la puerta del cuarto de Elena. Querida niña, guarda tu libro le dijo . Vamos a ir a pasear. Tu madre nos ha dado permiso para ir hasta la casa de Catalina.

Pues bien: usted sabe o no sabe que Beatriz trataba muy lindamente la acuarela antes de sus desgracias... Ella desea volver a las andadas y tomar algunas lecciones del señor Fabrice durante su residencia aquí... ¿Se puede contar con los buenos oficios de usted? Pierrepont reflexionó algunos segundos.

Carmen reflexionó un momento, habló con la madre y respondió, aunque con pesar, al joven, que no podía engañarlo; que no debía tener ninguna esperanza de ser correspondido; que sus parientes lo aborrecían, y que ella no había de querer darles una pesadumbre reteniéndolo, particularmente cuando no tenía confianza en sus promesas de reformarse, porque ya era tarde para pensar en ello.

María Teresa no había pensado en eso; reflexionó y aprobó la idea. ¡Tiene usted razón! Así será mejor... Voy a prevenir a mi hermano. De esta manera, mi tía no tendrá que esperarme, nos reuniremos en el teatro, y después, si yo quiero salir antes del fin del espectáculo, podré hacerlo. ¡Gracias por su idea, Juan!