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Ahora, en los últimos momentos de su vida, se presenta ante vosotros; os pide que contempléis de nuevo la letra escarlata de Ester; y os dice que, con todo su horror misterioso, no es sino la pálida sombra de la que él lleva en su propio pecho; y que aun esta marca roja que tengo aquí, esta marca roja mía, es solo el reflejo de la que está abrasando lo más íntimo de su corazón. ¿Hay aquí quién pueda poner en duda el juicio de Dios sobre un pecador? ¡Mirad! ¡Contemplad un testimonio terrible de ese juicio!

Hermoso fue tu primer día, ¡oh, siglo! Procura que sea lo mismo el último. Ya avanzada la noche, corrió un rumor por las tribunas. Los regentes iban a jurar, obligados a ello por las Cortes. Era aquello el primer golpe de orgullo de la recién nacida soberanía, anhelosa de que se le hincaran delante los que se conceptuaban reflejo del mismo Rey.

Abrió los brazos en toda su extensión, y, sonriendo a ese reflejo de felicidad con que lo inundaba el recuerdo de las recientes horas, exclamó: ¡Que haga la prueba! ¡Con estas mis manos la alzo y me la llevo a casa! ¡Puesto que Marta ha dicho «yo querría ver que alguien se opusiera! Y de puntillas, para no despertar a sus padres, subió la escalera que no por eso dejaba de gemir bajo su peso.

Á veces en los ojos del médico brillaba un fulgor ominoso á manera del reflejo de una hoguera infernal, como si el terreno en que trabajaba este sombrío minero le hubiese dado indicios que le hicieran concebir fundadas esperanzas de hallar algo valioso.

Creo que si la idea de la eternidad pudiera prestarse á un relumbron, el hombre francés la expondria sin escrúpulo en un escaparate. Estaria bien sitiada, con algun adorno gracioso, herida por algun reflejo brillante, rodeada de algun golpe mágico, eso , pero la idea sagrada de la eternidad estaria expuesta al público curioso en los escaparates de un mercader.

Todos le querían: los capitanes vascos, sobrios en palabras, rudos y de tuteo confianzudo; los capitanes asturianos y gallegos, enamoradizos y derrochadores, que desmienten con su carácter la avaricia y la tristeza de tierra adentro; los capitanes andaluces, que parecen llevar en su gracioso lenguaje un reflejo de la blanca Cádiz y sus vinos luminosos; los capitanes valencianos, que hablan de política en el puente, imaginando lo que podrá ser la marina de la futura República; los capitanes de Cataluña y de Mallorca, conocedores de los negocios tan á fondo como sus armadores.

Pasaban los carruajes formando una inmensa rueda en el centro del paseo; brillantes los arreos de los caballos y los faroles del pescante con el reflejo del sol; viéndose a través de las ventanillas los sombreros de las señoras y las blancas blondas de los niños. Don Andrés se indignaba ante la tenacidad del joven.

Ha protestado, bien se ve, ante no pocas observaciones mías; pero en honor del arte literario en que nos hemos engolfado con tanta frescura, se resigna como buena esposa. Por lo demás, ella cree conmigo que la impresión general de la narración, reconstruída por etapas, es un reflejo bastante acertado de lo que pasó, sentimos y sufrimos. Lo cual, para obra de un ingeniero, no está del todo mal.

De un lado, la necesidad imperiosa, brutal, de comer; del otro, el estómago que se resiste, implora, se debate, auxiliado por el reflejo de la caldera que eleva la temperatura hasta el punto de asar una ave que se atreviese a cruzar esa atmósfera.

Bellísimas las campiñas de aquel suelo que en los buenos tiempos del pasado, aún en medio de la salvaje tragedia de las dos Rosas, se llamó Merry England, tiempo de que los alegres cuentos de Chaucer dan un reflejo brillante y que desaparecieron para siempre bajo la atmósfera glacial de los puritanos.