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Con este objeto emprendió el estudio de las matemáticas, en las que hizo rápidos y asombrosos progresos; y cuando su edad le permitió realizar sus designios, se embarcó para hacer su aprendizaje náutico. Toda su ambicion se reducia entonces á adquirir los conocimientos que se necesitan para ocupar el puesto de piloto.

Las dos de la derecha, que también tienen comunicación por dentro, eran el Comedor y la Cocina. Y á esto se reducía el alojamiento del César. Su servidumbre, compuesta de sesenta personas, habitaba el piso inferior de aquel llamado Palacio, ó varias dependencias del convento, residiendo en Quacos los empleados que no tenían que asistir continuamente á S. M.

La vid, la zarza trepadora y la madreselva, apenas cubrían entre las tres toda la extensión de la tapia, erizada de vidrios rotos en su parte superior, que servía de baluarte inexpugnable contra zorras y chicuelos. A esto se reducía el paisaje, amén del inmenso y siempre hermoso cielo, tan espléndido de día, como imponente y misterioso de noche.

Sus cuentos no se diferenciaban gran cosa de las historias que él tenía por verdaderas. Pero entre ellos había uno a quien él daba infinitas variantes. El asunto se reducía a un marinero, buena persona, aunque un poco borracho, que se encontraba con un viejo mendigo zarrapastroso y sucio.

Pase usted, D. Marcelino. La tienda de D. Marcelino. Aunque mucho más clara de lo que su amo hubiera deseado á tales horas, la tienda no era, á decir la verdad, un farol veneciano. Toda su iluminación se reducía á una lámpara de petróleo colgada en el centro de la estancia sobre el mostrador.

Descubierta la nueva ley de los empujes y resistencias oblicuos, y ensayado con facilidad el medio de llevar al esterior del edificio los empujes de las bóvedas y sus contrarestos, y de reducirlos á puntos determinados, estaba hecho todo: entre los puntos de arranque de cada bóveda podian abrirse grandes ventanas, las bóvedas ojivales podian elevarse á considerable altura, los pilares maestros del interior del templo podian adelgazarse cuanto se quisiera, no habia en rigor necesidad de muros, toda la construccion se reducia á una especie de armazon elástica sostenida por la ley del equilibrio, y los arquitectos de la edad media, en suma, habian descubierto el modo de trasformar los templos en bosques de piedra y sus pilares en árboles; pues no de otra manera que las poderosas ramas que sostienen una leve cortina, se juntan y entretejen los robustos nervios que sostienen los ligeros cascos de bóveda, ni parecen otra cosa las pintadas vidrieras que ocupan casi todo el vano entre pilar y pilar, que recamados y vistosos tapices colgados de árboles para una fiesta.

Para el primer cargo se nombró al Juez mayor de policía, cuya obligación se reducía nada más que á construir teatro, adornarlo, iluminarlo y darlo listo: la magia quedó al cuidado de la experiencia del vacunadorcillo y el proporcionar comedia fué encargo que se hizo al Directorcillo, á quien por un favor especial se le agregó el maestro, sin duda para que en sus conocimientos de letras llevase la censura y corrección de la obra.

Abríle con curiosidad, y vi que, en efecto, era un sainete, cuyo argumento se reducía á poner de relieve algunas escenas muy parecidas á las que acabo de referir, presenciadas por dos forasteros, asaz pulcros y timoratos, que de vez en cuando salen de entre bastidores, donde están ocultos, á lanzar al público una andanada de muy saludables, pero muy pedantescas observaciones, contra la profana costumbre de las Buenas Glorias.

Y no creas que usaba términos literarios, ni frases de libro; todo se reducía a confesarle sencillamente lo que sentía, lo imposible que sería olvidarlo nunca, sucediera lo que sucediera; y esto lo escribía con una confianza tan pura, y con tal modo, que ningún hombre, en el caso de José Luis, hubiera podido dejar de enamorarse, aunque Laura fuese una muchacha fea en vez de ser, como es, la más linda de nosotras tres.

El fuego de aquel lugar de maldición era tan intenso, «que una sola centella reducía á polvo una piedra de molino; si caía sobre un globo de bronce lo derretía al punto, como si fuese de cera, y si en un lago reducido á hielo, lo hacía hervir en un instanteLos condenados sentían este fuego en el cerebro, los dientes, lengua, garganta, hígado, pulmón, entrañas, vientre, corazón, venas, nervios, huesos, médula de éstos, sangre y hasta en las potencias del alma», y después de la horripilante enumeración, San Ignacio preguntaba al alma del pecador con quién deseaba irse, si con Dios ó con el Demonio. ¡Ah, mísero Luzbel; ridículo pazguato que ofrecía con torpe malicia las cortas felicidades de la tierra á cambio de una eternidad de tan horrible fuego!