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Actualizado: 15 de mayo de 2025
Soledad se hará mansa como una gatita mimosa y te querrá como á las niñas de sus ojos... El majo, que los recordó en aquel momento ¡tan negros, tan brillantes! sintió un estremecimiento de dicha y en un rapto de entusiasmo abrazó á la maga y quiso darle uno de los anillos que llevaba en los dedos; pero no aceptó el regalo; estaba contenta con descubrirle su buenaventura.
En su fuero interno, don Mariano recordó, por lógica asociación de ideas, cómo fuera despachado por aquella primera novia que tuvo allá en sus mocedades.
Le odio, Ester. Ella recordó su juramento y permaneció en silencio. Te repito que mi alma se estremece en su presencia, murmuró el ministro de nuevo. ¿Quién es? ¿Quién es? ¿No puedes hacer nada por mí? Ese hombre me inspira un horror indecible. Ministro, dijo Perlita, yo puedo decirte quién es. Pronto, niña, pronto, dijo el ministro inclinando el oído junto á los labios de Perla.
Cuando Krilov salía ya, oyó al portero despedirle con estas palabras: ¡Atajo de gandules! «¡Canalla!» contestó mentalmente Krilov, acelerando el paso y buscando con la vista un coche. ¡En seguida, a casa! De pronto recordó que tenía su diario, y que en tal diario había escrito en cierta ocasión hacía mucho tiempo, cuando era aún estudiante algo muy radical, atrevido y bello.
Y se llamó bárbaro, porque recordó que, cediendo á la costumbre tradicional en la familia, que nunca tuvo más correspondencia que la del pleito, había añadido á su amigo una posdata cuyo significado ignoraba éste.
Aquella elocuencia logró efecto instantáneo sobre Ramiro. Ya no vacilaba. La sola evocación del infierno, en instante como aquél, le hizo pensar vivamente. Recordó las innumerables ofensas a Su Divina Majestad durante el amancebamiento con la infiel y pareciole que su compromiso era una enorme piedra que el Demonio acababa de atarle al cuello.
Mientras Teresina estuvo en el despacho, el Magistral la siguió impaciente con la mirada, algo fruncido el entrecejo, como esperando que se fuera para seguir trabajando o meditando. Hasta que tuvo el café delante no recordó que él solía decir misa; que era un señor cura. ¿La tenía? ¿Había prometido decirla? No pudo resolver sus dudas. Pero la seguridad con que Teresa procedía le tranquilizó.
Sin embargo, para completa exactitud, es necesario añadir que Cristeta trabajó más a gusto que de ordinario, y que luego, a solas en la alcoba de su casa, recordó las palabras de don Juan, pensando con agrado y amor propio satisfecho, en la posibilidad de ser artista de las que rara vez tienen que ensenar en escena lo que la mujer debe cubrir casi en todas partes.
Recordó la estrecha amistad que había unido a los dos adversarios, su viaje «arrostrando los peligros del mar». Un momento de olvido o de error había provocado un incidente lamentable; pero los buenos caballeros, cuando llegan adonde ellos habían llegado, sin miedo y sin reproche, podían darse todavía una explicación leal, evitando el lance.
Habiendo acudido el dueño del taller al escuchar el rumor de la conversación, dio el notario su nombre, con tono bastante infatuado, y recordó que él había recomendado a aquel hombre por mediación de su tapicero.
Palabra del Dia
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