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Actualizado: 17 de junio de 2025
«¡Ay! vientecillo exclamaba lánguidamente, ya estoy confusa, ya estoy mareada. ¿De qué vale la ciencia, si al fin, después de tanto investigar más me espanta lo que ignoro que me satisface lo que sé ¡Ay! compañero mío de desengaños, sólo sé que no se una condenada palabra de nada. Esto es para volverse una loca. Llévame á un sitio recóndito donde encuentre el consuelo del olvido.
Responder quiso doña Guiomar, pero desfalleció la voz en su garganta; sus ojos se posaron, exhalando un dulce fuego, en el venturoso amante; suspiró luego tan hondamente como si el suspiro hubiera salido de lo recóndito de sus entrañas, y dijo: Pues que Miguel de Cervantes sois, y antes de conoceros yo había conocido en vuestros versos vuestra alma, y estimádola había por ellos, quiero contaros mi historia, y por ella veréis claramente cómo, habiendo sido casada y con buen marido, amor no conocí, ni conozco, como no sea amor esto que me tiene hablando con vos y a deshora en mi aposento; que para ampararos en el aprieto en que os veis, no era menester que yo os hiciese compañía; y amor debe ser este, porque habéis de saber que no sabía yo que hubiese cosa que vencer pudiese la fuerza de mi recato, y a él falto hablando con vos a solas, y a tal hora; y si esto no es amor, no sé lo que ello sea; amor es, ¿quién lo duda, cuando ocultarlo no puedo, y si os lo niego más os lo afirmo, y vencida y enamorada os lo confieso?
Así es que don Braulio, o cualquiera otro, podría tener más de los 20 grados de entendimiento que, en su sentir, eran necesarios o convenientes para lo práctico; pero cuando este plus, cuando esta sobra intelectual no se manifiesta en nada, sino en echar a perder el entendimiento que está en uso, no hay razón para quejarse de que el mundo no aplauda ni se pasme de lo invisible y recóndito que no puede sondear, ni penetrar, ni desentrañar. ¿Quién sabe si el amor propio engaña y hace creer a muchos que poseen ese entendimiento excesivo y superfluo, y tal vez no poseen sino una dosis superlativa de fatuidad?
En prueba de esto, si él tenía por apellido Figueredo, ella, a pesar de lo nebuloso y recóndito de su origen, había llegado a averiguar, por claros y evidentes indicios, que su estirpe, prosapia, abolengo y apellido era Benjumea, que equivale a Ben Humeya, apellido de los califas de Córdoba, estropeado y mal pronunciado por los ignorantes.
Pero como es sabido que si el orador no se pone en completa é íntima relación con su auditorio, los pensamientos carecerán de vida y color, y la frase quedará desmayada y fría, es de perdonarse que nos imaginemos que un amigo, sin necesidad de que sea muy íntimo, aunque sí benévolo y atento, está prestando oídos á nuestra plática; y entonces, desapareciendo nuestra reserva natural, merced á esta especie de intuición, podremos charlar de las cosas que nos rodean, y aun de nosotros mismos, pero siempre dejando que el recóndito Yo no se haga demasiado visible.
También se armonizaba con las visiones azuladas del país entrevisto por mí el lago centelleante, que espejea en lo más recóndito de mi memoria. Sólo con escribir ese nombre de Starnberg, he vuelto a ver cerca de Munich la extensa superficie de agua, tersa, llena de cielo, familiar y viva por el humo de un vaporcillo que costeaba sus orillas.
Su vieja amistad con el Conde de Chinchón y su parentesco con el Marqués de Velada era causa de que los menos informados le atribuyesen grande influencia en la Corte, ilusión que él mismo alimentaba repitiendo a menudo las dos o tres frases que Su Majestad le había dirigido en su larga vida de pretendiente y mostrando hacia el Monarca una admiración tan grande como el odio recóndito que, en verdad, sentía por aquel espectro coronado, cuya sola mirada le cuajaba los tuétanos.
»Recuerdo que precedieron a la fiesta largas horas de punzante inquietud, de ávida contemplación de mis flamantes y simbólicos arreos de batalla, tendidos sobre lechos, sillones y cojines: desde el menudo zapato de raso, hasta las flores de la cabeza, pasando por un océano de sedas, encajes, plumas y crespones; todo aéreo, todo casto, todo simple, como pedían y piden los estatutos de la Orden para una doncella de mi edad y condiciones, a quien no le es lícito, todavía, albergar malicias en su cabeza ni torpes sentimientos en el corazón; otras horas, no tan largas, en lo más recóndito de mi gabinete, entre menjurjes, abluciones y atildaduras de tocador.
Y él mismo, mostrándose bajo un falso aspecto, se convierte en una sombra, ó acaso cesa de existir. La única verdad que continuaba dando al Sr. Dimmesdale una existencia real en este mundo, era la agonía latente en lo más recóndito de su alma, y la no disfrazada expresión de la misma en todo su aspecto exterior.
A semejanza de la Edad Media, en que el Dios de las batallas con el ruido de sus armas adormecía la inteligencia; cual aquella época del arnés y de la lanza, se ocultaba en lo más recóndito de los cláustros la ciencia en el libro y el experimento en las primitivas máquinas; á imitación de entonces en que el fraile mantenía vivo el estudio y el saber, así en el día el cláustro en el Oriente cual templo de vestales, alienta la vívida luz de los humanos adelantos.
Palabra del Dia
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