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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Las niñas tenían un salón con muebles ricos apoyados en paredes agrietadas y lámparas ostentosas que nunca se encendían. El padre perturbaba con su rudeza esta habitación cuidada y admirada por las dos hermanas. Las alfombras parecían entristecerse y palidecer bajo las huellas de barro que dejaban las botas del centauro. Sobre una mesa dorada aparecía el rebenque.

27 Este se ata las espuelas, se sale el otro cantando, uno busca un pellón blando, este un lazo, otro un rebenque, y los pingos relinchando los llaman dende el palenque. 28 El que era pion domador enderezaba al corral, ande estaba el animal bufidos que se las pela... y más malo que su agüela, se hacia astillas el bagual.

Yo cómo castigaros de manera que lo sintáis, ahora que vuestras fechorías os han privado de la protección de la iglesia. ¡Á ver! ¡Tres hermanos legos, Francisco, Atanasio y José, apoderaos del truhán, atadle los brazos y decid al hermano portero que le aplique unas cuantas docenas de azotes con un buen rebenque!

¡Por el rabo de Satanás, recluta, jamás creí que con esa cabeza color de zanahoria pudieras pensar cosas tan discretas! Diga lo que quiera el sabio Roger, ni este arquero, ni por lo visto este mameluco rojo, creerán jamás que al buen Dios le guste ver á los hombres, frailes ó no frailes, abriéndose las carnes con un rebenque.

El capitán y el médico estaban hablando sentados los dos en sillas de lona al socaire de la ballenera, y no vieron a los marineros y a los chinos que avanzaban por el otro lado de la lancha grande. Les avisamos con un grito; Zaldumbide agarró el rebenque y se lanzó hacia proa repartiendo chicotazos a derecha y a izquierda.

Joven, no la conozco dijo . Además, sospecho que existen entre nosotras grandes diferencias de categoría y educación, que nos impiden seguir hablando. Intentó apartarla para que le dejase libre el paso; pero Celinda, irritada por su aire despectivo, levantó el rebenque que llevaba en la diestra. ¡Ah, demonio con faldas!

¡A ver!... Déjenme sentar a también les dijo Melchor, quiero verles las caras. La pareja unida se corrió hacia un lado, dejando sitio junto al paisano; pero Melchor le dijo a éste, metiendo el cabo de su rebenque entre él y su compañera: No, yo en el medio.

Pero así y todo, le querían en su casa; tanto, que no había cumplido cuatro años cuando la tía Carpa le metió, de medio cuerpo abajo, en una pernera de los calzones viejos de su padre, dádiva que, añadida á una camisa que, también de desecho, le regaló su padrino el tío Rebenque, llegó á formar un traje de lo más vistoso, y á ser la envidia de sus pequeños camaradas, condenados á arrastrar su desnuda piel por los suelos, mientras su industria no les proporcionase más lujosa vestimenta.

La voz meliflua del criollo, así como su acento dulzón, eran para meter espanto á cualquiera. Robledo intentó disuadirle de este viaje, adivinando sus intenciones. Con él se mostró Rojas más explícito. Déjeme, don Manuel; necesito ver á esa ¡mala... tal! que ha querido perjudicar á mi niña. Me contentaré con levantarle las polleras y darle cincuenta golpes con este rebenque, así... así.

Haga izar el pabellón y disparar el cañonazo de partida; vire al cabrestante, desaferre, y cuando las áncoras estén a pico, avíseme. ¿Dónde están el oficial y el resto de la tripulación? En tierra, capitán. Envíe los botes a buscarles. El que no esté a bordo a las dos, recibirá veinte golpes de rebenque y pasará ocho días en el calabozo. ¡Váyase!

Palabra del Dia

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