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Actualizado: 11 de mayo de 2025
El señor de Villanera conocía a lo mejor de París y al viejo duque no le molestaba resucitar públicamente como millonario. Las tres cuartas partes de los invitados fueron exactos a la cita; a pesar de la discreción de los invitados, el público adivinaba cierta anormalidad. En todo caso, no deja de ser algo raro y curioso la boda de una moribunda.
Lo raro anidaba en tu airosa melena de artista, y raras orquídeas poblaban tu austero jardín... En odio implacable a todo lo inicuo y nefario, tu mente inflamaba una arenga del nuevo Brumario o un trozo del "Noli"; adorabas a Ibarra y Danton y amabas lo antiguo. La edad patriarcal y de oro del pristino régulo, tuvo en tu verbo sonoro la clara justeza de amada y distante visión.
Merced al raro privilegio que tiene su enfermedad no advierte el peligro: habla del porvenir, forja proyectos, traza planes, y su fantasía inventa las cosas más novelescas. »Jamás la he visto tan encantadora ni tan tierna y cariñosa para conmigo. Sólo me riñe porque no la ayudo a levantar castillos en el aire. »Hoy por la mañana me ha dado un susto muy grande.
Doña Luz se recobró a poco, y sin resistirse a las últimas palabras de D. Anselmo, que pudo oír y entendió bien, salió del cuarto del Padre. Tres horas después el P. Enrique había dejado de existir. Raro es el ser humano cuya memoria sobrevive largos años a la muerte. El tiempo acaba con el duelo, la tierra consume el cadáver y el olvido devora los recuerdos.
Pero lo que perdían en amplitud los argumentos ganábanlo en intensidad. Cada vez eran expresados con mayor y contundente energía, y con más descompasadas voces. De tal modo, que raro era el día que no saliese de allí alguno ronco; generalmente, eran Alvaro Peña y don Feliciano; los más débiles de laringe, no los más voceadores.
«Esos cíclopes...», dice Groussac; «esos feroces calibanes...», escribe Peladan. ¿Tuvo razón el raro Sar al llamar así a estos hombres de la América del Norte? Calibán reina en la isla de Manhattan, en San Francisco, en Boston, en Washington, en todo el país.
Así, puede verse en el Mar Rojo, en el de las islas Malayas y las de Australia, arrastrarse, fijarse allí el raro coloso llamado dugongo, que domina el agua con su pecho y sus mamas.
Ya se irá apagando también..., porque señales de lo contrario no deben de ser. ¡A buen tiempo!... Sin embargo, no me resignaría a que ese pobre hombre me apuntara en su libro verde con suficientes motivos. ¡Vea usted cómo puede haber un grano de arena que cierre el paso a una mujer que nunca se ha detenido delante de una montaña!... Es raro eso... Pero ¡qué criatura aquélla!
¡Qué raro nos va a parecer el ver seca la vieja cantera! dijo Eppie, mientras que se volvía y agachaba para levantar una piedra bastante grande. Ved, papaíto, que puedo cargar muy bien ésta agregó dando algunos pasos con mucha firmeza, pero dejando en seguida caer la piedra.
Don Timoteo buscó lo más raro y costoso y no habría vacilado ante un crímen si le hubiesen dicho que el Capitan General gustaba de comer carne humana. «Danzar sobre un volcan.»
Palabra del Dia
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