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Actualizado: 6 de junio de 2025
Se abrió, dando paso a una ráfaga de viento cargada de lluvia, que hizo estremecerse las luces del candil y refrescó el denso ambiente de la cocina. Iluminóse con el resplandor de una exhalación el negro rectángulo de la puerta, y todos vieron en ella, sobre el cielo lívido, una figura encapuchada, una especie de penitente, chorreando lluvia y con el rostro casi oculto.
Hasta se notó que miraba a Bonifacio con mayor respeto que nunca. En efecto; se le había sorprendido muchas veces contemplando al marido de Emma con extraña curiosidad, con una expresión singular, en que nadie podría adivinar ni una ráfaga de burla. Era, en fin, decían todos, la suma discreción. La única vez que Minghetti y Emma hablaron del embarazo, sirvió para tormento de Bonis y del Sr.
Triste, doliente, llorosa, parecía decirme: «Me ofreciste tu alma y tu vida; me ofreciste tu corazón, y se los diste a otra.... ¡Ingrato!» Y aquella voz tenía el timbre de la voz de Angelina. La visión desapareció arrebatada por una ráfaga del viento matinal que pasó estremeciendo las copas de los naranjos y columpiando los floripondios.
Pasada aquella ráfaga de caballerismo, empezó á preocuparme la idea de si habria cometido una falta de caridad, una falta tanto más reprensible cuanto que la habia cometido con una pobre anciana. Mi mujer quiso disuadirme diciendo: ¿De qué puede quejarse? La has dado el doble de lo que ella te pedia. No, respondí á mi mujer. Puede quejarse de mi soberbia, de mi soberbia con una vieja paralítica.
Sería una ráfaga, un chispazo, un brote que acaso no tardaría en extinguirse; pero por breve que fuese la visión, viviríamos, siquiera durante algunos instantes, vida cubana; nos olvidaríamos del escabroso presente para recordar el glorioso pasado y mirar de frente con seguridad, con confianza, el incierto porvenir.
No habia mas que un pequeño círculo, y al clavarse en él la mágica mirada, el círculo se agita, se dilata, va extendiéndose como la aurora al levantarse el sol. Ved, no habia mas que una débil ráfaga luminosa, pocos instantes despues brilla el firmamento con inmensas madejas de plata y de oro, torrentes de fuego inundan la bóveda celeste, del oriente al ocaso, del aquilon al sud.
Unas encogidas, otras en marcha y aquéllas... ¿recuerdas, Emilio, la ráfaga criolla que nos envolvió?... ¡jugando a la taba! Sí; encorvada, una deliciosa estatuíta sigue con avidez los giros del pequeño hueso, mientras su partner espera paciente el turno.
Todo era allí ausencia de honestidad; los muebles sin orden, en posturas inusitadas, parecían amotinados, amenazando contar a los sordos lo que sabían y callaban tantos años hacía. El sofá de ancho asiento amarillo, más prudente y con más experiencia que todo, callaba, conservando su puesto. Una ráfaga de viento apagó la última luz que alumbraba el cuadro solitario.
» Luz, cuando el médico y yo entramos en su cuarto, irradiaba la alegría por toda su faz de querube. La palidez era la única huella que había estampado allí la ráfaga de que hablaba el doctor.
El carro de un payés le llevó hasta cerca de San José, y al separarse de él emprendió la marcha por el monte, pasando entre pinares encorvados por las grandes tormentas. El cielo estaba nebuloso; la atmósfera era cálida y pesada. De vez en cuando caían gruesas gotas, pero antes de que las nubes pudieran fijar su lluvia, una ráfaga parecía barrerlas hacia los confines del horizonte.
Palabra del Dia
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