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Actualizado: 8 de mayo de 2025


Una carcajada de burla contestó á las quejas del pobre padre. ¡Estás en poder de Parrón! Parrón... ¡No le conozco!... Nunca lo he oído nombrar... ¡Vengo de muy lejos! Yo soy de Alicante, y he estado segando en Sevilla. Tienes cuatro minutos. Voy á aprovecharlos... ¡Oídme, por compasión!... Habla.

859 Ansí, por ella empujado, no las cosas que haría, y aunque con verguenza mía, debo hacer esta alvertencia: siendo mi madre Inocencia, me llamaban Picardía. 860 Me llevó a su lado un hombre para cuidar las ovejas, pero todo el día eran quejas y guascazos a lo loco, y no me daba tampoco siquiera unas jergas viejas.

Decididamente, hay unanimidad en las quejas contra la educación de las jóvenes actuales... Tengo aquí otras cartas en el mismo sentido. ¿? exclamé esforzándome por olvidar al señor Baltet para no pensar más que en la correspondencia de la de Ribert. ¿Qué se les reprocha de nuevo? De nuevo, poco.

Barinaga moría hablando, pero sin saber lo que decía; sus frases eran incoherentes; mezclaba su odio al Magistral con las quejas contra su hija. Unas veces se lamentaba como el rey Lear y otras blasfemaba como un carretero. Y diga usted, señor Foja, ¿hay arriba algún cura? Dicen que ha venido el mismo Magistral.... ¿El Magistral? ¡No faltaba más!

¿Pues qué he de hacer, mamá, para castigar bien a doña Inés sin que te mueras de pena? Lo que debes hacer, ya que tienes con ella tanta satisfacción y trato íntimo, es cogerla sin testigos y entre cuatro paredes, darle allí tus quejas, leerle la sentencia y ejecutarla en seguida. ¿Y qué quieres que ejecute?

También Manuel, el ayuda de cámara, tenía quejas no menos serias del vizconde extranjero. Solía éste darle unas «latas» formidables, en las cuales barajaba duelos, raptos, batallas, letanías, torneos y mil demonios. Y hasta recordaba unas señoritas con nombres estrafalarios... algo como de Montmorency y de Rohan... de quienes decía haberse enamoriscado en su juventud.

Era el intendente del patrono; el mediador entre su dinero y los que se presentaban á reclamarlo factura en mano. «Dinero», decía lacónicamente á fines de mes. Y Desnoyers prorrumpía en quejas y maldiciones. ¿De dónde iba á sacarlo? El viejo era de una dureza reglamentaria y no toleraba el menor avance sobre el mes siguiente. Le tenía sometido á un régimen de miseria.

El mismo Conde de Essex, al ver el nublado, seguido de las quejas, reclamaciones y exigencias impertinentes de Pérez, marchó á Plymouth, haciéndolo por otro lado Bacon .

Andronico á las quejas de tantos daños como hacian los Catalanes en sus Provincias, encogió los hombros, atribuyendo á sus pecados el castigo que Dios le enviaba y confesaba que no era poderoso para resistirles.

«Al perder un hermano encuentro un primo... y, acaso, un novio... un esposo... «Yo, que amaba ya tanto a Raúl, ¿cómo voy a hacer para amarle más?... ¿Y él, querrá amarme? Usted me ayudará a conseguirlo, ¿verdadLos labios trémulos, los ojos fijos, las mejillas más pálidas que las de la moribunda, Liette permanecía rígida, muda, sin quejas, sin lágrimas...

Palabra del Dia

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