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Actualizado: 8 de junio de 2025


«Que apretándole cada vez más las quejas de los suyos y los disfavores y desconsuelos aquí, sin ser de ningún servicio, le era forzoso consignar que en promesas de príncipes, fuera de lo que toca á su honra, era de consideración excusar desengaño.

En fin, hijo mío, tal vez te fastidie con mis quejas, pero a los viejos hay que tolerarles. Yo necesito hablar, expansionarme, echar fuera de esta inquietud que me devora, como si fuese yo mismo quien se mete en aventuras. Y te repito que esto acabará mal, muy mal. Tu tío es de la misma opinión. ¿Ves a tu principal? Pues es como tu mamá.

Contestar peticiones y consultas, ahogar las quejas y entretener las locas pretensiones que llegaban del distrito, el clamoreo sin fin del rebaño electoral, que no tropezaba con el más leve obstáculo sin acudir inmediatamente al diputado como el devoto apela al milagroso patrón.

Los soldados y Capitanes, perdido una vez el miedo á su fama, y puesto en ejecucion caso tan feo como desamparar la persona del Príncipe, tambien la perdieron á sus ruegos y quejas, porque cuanto mayor es la infamia de un hecho, tanto más dificil es el arrepentimiento.

Don Diego no pudo reprimir su enojo, y exclamó con airado acento: ¡Vive Dios, prima, que te has conducido con fea deslealtad y te has mostrado harto ingrata a los beneficios que a mi casa y familia debes! Vuestras quejas replicó ella son harto infundadas, Sr. D. Diego, y son además muy ofensivas para .

En este momento, un vivo rayo de sol penetró por una de las ventanas y vino a dar en el remate del altar mayor, haciendo resaltar en la oscuridad con su esplendor, como si sirviera de respuesta a las quejas de Stein, un grupo de tres figuras abrazadas. Eran la Fe, la Esperanza y la Caridad . Habíamos, pues, decimos, pensado en acortar esta descripción del convento; hemos dicho la causa.

Y como si esta palabra fuera el tapón de su ira, tras ella corrieron en vena abundante las quejas por lo que el chico había hecho aquella mañana. «Y no quiero hablar ahora del motivo añadió ella ; de esa moza que te has echado... y que sin duda empieza por pegarte su mala educación. Voy a la patochada de esta mañana. ¿Crees que tu tía es algún trapo viejo?».

Toda la huerta que tenía agravios que vengar estaba allí, gesticulante y ceñuda, hablando de sus derechos, impaciente por soltar ante los síndicos ó jueces de las siete acequias el interminable rosario de sus quejas.

La señora del cuarto principal, compadecida, lo consiente: la del segundo, en vista de esa primera protección, no quiere chocar con la señora condesa: los demás inquilinos no son siquiera consultados. Así es que empiezan por aborrecer al zapatero, y desahogan su amor propio resentido en quejas contra las aristocráticas vecinas.

Sólo el P. Jacinto, que amaba tiernamente á don Fadrique, le defendía de las acusaciones y quejas de los otros frailes.

Palabra del Dia

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