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Actualizado: 7 de mayo de 2025
6 Será comido el día que lo ofreciereis, y el siguiente día; y lo que quedare para el tercer día, será quemado en el fuego. 7 Y si se comiere el día tercero, será abominación; no será acepto; 8 y el que lo comiere, llevará su delito, por cuanto profanó la santidad del SE
24 Por tanto, en toda la tierra de vuestra posesión, otorgaréis redención a la tierra. 26 Y cuando el hombre no tuviere redentor, si alcanzare su mano, y hallare lo que basta para su rescate; 27 entonces contará los años de su venta, y pagará lo que quedare al varón a quien vendió, y volverá a su posesión.
¿Qué hora es pues? preguntó Fortunato incorporándose. Las cinco. Perdóneme usted que interrumpa tan pronto su sueño, pero estando solo, me volvía loco.... ¡Oh! hijo mío; has hecho muy bien en despertarme. Espera, voy á levantarme. No, permanezca usted acostado; lo mismo podemos conversar y con tal de que me hable usted de Clementina, quedaré aliviado.... ¿Tú no has dormido? mi pobre hijo.... ¡No!
Conoce Burdeos al revés y al derecho; ha visto el teatro, los Quinquonces, ha trepado a las torres, ha bajado a las criptas y visitado las momias, ha estado en la aduana y sabe qué función se da esa noche en todos los teatros. Y entretanto, ¡yo dormía! El no lo concibe, pero yo sí. A la tarde, le anuncio que me quedaré a reposar un par de días en Burdeos y una nube cubre su cara juvenil.
SANCHO. Que el gobierno De España agora tienes... REY. Dime, quién eres y de dónde vienes. SANCHO. Dame a besar tu mano, Porque ennobleza mi grosera boca, Príncipe soberano; Que si mis labios, aunque indignos, toca, Yo quedaré discreto. REY. ¿Con lágrimas la bañas? ¿A qué efeto?
Yo soy como Dios me crió... y usted también... Pero no he de estar hecha una esclava todo el santo día al pie del fogón, sin poder disponer de un minuto... Bueno... bueno... bueno: entonces me quedaré en casa... no hay nada perdido, mujer. No, señor, no; váyase con el sobrino de paseo, que aquí queda la esclava tostándose la piel, hasta que al señor se le antoje sacarla del fuego.
Está aquí; la han enviado sus jefes casi á la fuerza para que descanse y se reponga. Pero se escapa á Mentón, á Niza, allí donde hay heridos, queriendo reanudar su servicio. ¡Si á lo menos se casase!... Mas no: morirá como los otros. Y yo quedaré solo, y seré lord, el tercer lord Lewis: lord Lewis el historiador, lord Lewis el gobernador colonial, y lord Lewis el inútil...
Todo me es igual. No me quedaré donde me aborrecen y soy despreciada. Tampoco me dejarías, si no me despreciases y aborrecieses. Y, esto diciendo, su apasionado pecho palpitó con fuerza y dos grandes lágrimas aparecieron en el borde de sus párpados, pero las sacudió con el extremo de su delantal, como si fuesen insectos inoportunos.
Dudaba Lady Clara de que en su precipitada huida hubiese dejado el dinero como él decía; pero, de cualquier manera que fuese, no tenía el derecho de poner en peligro la seguridad de este honrado chino, rehusándolo; así es que exclamó: Está bien, John. Me quedaré con él; pero has de volver a verme. Lady Clara titubeó.
Al terminar dice á Rugero las palabras siguientes: Y ansí de aquesta manera, Siendo yo padre, tú Rey, Partimos la diferencia; Yo no te castigaré; La plebe queda contenta: Yo quedaré siendo padre Y tú siendo Rey te quedas. Sus partes diversas no corresponden al argumento, ni se observa en los caracteres firmeza ni consecuencia.
Palabra del Dia
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