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Actualizado: 14 de mayo de 2025
La madre Misericordia se acordó con horror de que el Santo Oficio había quemado viva á más de una monja. Este recuerdo la decidió; copió la carta que había escrito para Lerma y continuó la que estaba escribiendo para el inquisidor general, de esta manera: «Además, incluyo la que á mi tío escribo, y creo que vuecencia ilustrísima quedará completamente satisfecho de mí.
No puedo figurármelo a él sino como a un Teodoro Golfín, y a la Europa como a un gran ciego para quien la América y sus maravillas fueron la luz. Yo también he descubierto un Nuevo Mundo. Tú eres mi América, tú eres aquella primera isla hermosa donde puso su pie el navegante. Faltole ver el continente con sus inmensos bosques y ríos. A mí también me quedará por ver quizás lo más hermoso....
Cuando volvimos adonde estaba Mabel, la encontramos durmiendo tranquilamente, postrada por la fatiga. Entonces persuadí a su padre de que se quedara en mi casa aquella noche, con el fin de que la pobre niña pudiese descansar, y, como consintiera, nos volvimos al comedor, donde nos sentamos a fumar y permanecimos varias horas conversando.
Mi señora quería hacer obra, obra grande; tirar tabiques, reformar muchas cosas, tapizar luego habitaciones... un trajín de todos los diablos; y, por otra parte, no quería renunciar al viaje, cuestión de salud. Tenemos un administrador viejecito, un buen señor, pero con tantos años sobre sí, que no sirve para nada. En una palabra, hacía falta que se quedara alguien con él.
Y como la señora de Aymaret la mirase con estupor: ¿Me crees loca? continuó... ¿No te explicas la emoción que me causa la muerte de esa mujer? No... no te comprendo... ¡pero absolutamente! ¡Bueno! pues vas a comprenderme; pero prométeme que lo que voy a decirte quedará para siempre entre las dos. Te lo prometo... pero me das miedo... ¿qué es esto?... ¿qué hay?
Viendo, pues, don Quijote que Sancho hacía burla dél, se corrió y enojó en tanta manera, que alzó el lanzón y le asentó dos palos, tales que, si, como los recibió en las espaldas, los recibiera en la cabeza, quedara libre de pagarle el salario, si no fuera a sus herederos.
Empuje usted por su lado y prometa ser tan siquiera regular. Pues por prometido no quedará.... Tía Roma déjame... déjame sólo. No quiero ver á nadie. Me entiendo mejor solo con mi afán.» La anciana salió gimiendo, y D. Francisco, puestas las manos sobre la mesa, apoyó en ellas su frente ardorosa.
De todo lo relacionado, aunque muy lijeramente, cualquiera conocerá la importancia de las provincias de Filipinas, su estension, riqueza y elementos que en si encierra aquel pais para engrandecerse sobremanera: verá igualmente que el sistema judicial está montado bajo un pie el mas anómalo, complicado y aun perjudicial; que nada es mas fácil que reducirlo al órden natural que debe tener; y que en hacienda no hay las debidas economías, ya por los sueldos innecesarios que se pagan, como por el crecido y aun exorbitante número de empleados sobrantes que existen, aumento que tienen, y que si no se pone pronto y eficaz remedio á este daño, quedará aquel pais reducido á un estado de empleados y nada mas; clase que en toda nacion debe disminuirse cuanto sea posible, para que abundando en brazos las otras laboriosas y productivas, la agricultura, la industria y el comercio, tengan el mayor impulso y fomento, y de aqui el desarrollo completo de la riqueza y prosperidad pública, con las demas conocidas felicidades de un estado floreciente.
Quería preguntarte una pequeña cosa que me ha venido anoche a la cabeza. ¿Por qué es que tú llamas tu zapatería «El Nenrod boscoso y equitativo», y metes que es bilateral? Quedará usted complacido en un finiquito. El aquel de hablar bien y pensar de doble fondo, y, en antonomasia, ser filósofo. ¿Eres tú filósofo? Creía que tú eras solamente republicano y orador. ¿Orador? ¡Arreniego!
Yo tenía noticia, por mi padre, de lo regocijado y expansivo de su carácter cuando no le daba por ponerse hecho un erizo y hacer andar a todos en un pie; pero no creí, vistas sus cartas y su lacia catadura, que le quedara en el cuerpo tanto acopio de aquellos ingredientes retozones.
Palabra del Dia
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