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Actualizado: 20 de julio de 2025


Susurrábase que el joyero derramaría cascadas de brillantes, arrojaría á puñados perlas, en obsequio al hijo de su asociado y que, no pudiendo dar ninguna fiesta en su casa por no tener una propia y por ser solteron, aprovecharía la ocasion para sorprender al pueblo filipino con una sentida despedida.

El sobrinito, cuando creía que las monedas se movían, atarugaba el bolsillo como quien ataca un arma. ¡Creeríase que le había salido un tumor en la pierna!... Afanes y contratiempos de un redentor i Grande fue el asombro de Fortunata aquella noche cuando vio que Maximiliano sacaba puñados de monedas diferentes, y contaba con rapidez la suma, apartando el oro de la plata.

De esta herida, que dado el temperamento de su esposa, no tenía tiempo a cicatrizarse, vengábase lindamente despellejando a la aristocracia de Madrid, arrojando puñados de lodo que llegaban, a salpicar a las más altas personas. Pasaba el duque de Tornos por una de las lenguas más aguzadas y temibles de la capital. Venturita tuvo ocasión pronto de conocer su temple y su filo.

De noche, en las ventas, al verle aparecer con el anticuado traje y la luenga barba en desorden, más de un gañán empinaba de golpe la taza de vino y se escapaba al corral haciéndose cruces. En cambio, de día, al cruzar por los pueblos, los chiquillos se mofaban de su estampa y le arrojaban por detrás cáscaras de nueces y puñados de polvo.

En los balcones de las casas se apiñaban lindas muchachas de ojos negros para ver desfilar los coches ocupados por jóvenes enmascarados que les arrojaban puñados de almendras, anises y caramelos.

¡Milagro sería! exclamó la joven soltando a reír y apoderándose de aquella yerba y restregando con ella la cara de su marido . ¿Para qué has atravesado la mar? ¿Para qué has estado tantos años trabajando y metiendo en la hucha dinero? Hubieras sido tan feliz aquí comiendo ensaladas de pimientos, corriendo tras las ovejitas, plantando árboles... y metiendo puñados de tomillo en los bolsillos.

Como en la orquesta salta el pasaje fundamental de atril en atril para ser repetido por todos los instrumentos en los más diversos tonos, aquel verde eterno jugueteaba en la sinfonía del paisaje, subía o bajaba con diversa intensidad, se hundía en las aguas tembloroso y vago como los gemidos de los instrumentos de cuerda, tendíase sobre los campos voluptuoso y dulzón como los arrullos de los instrumentos de madera, se extendía azulándose sobre el mar con la prolongación indefinida de un acorde arrastrado del metal, y así como el vibrante ronquido de los timbales matiza los pasajes más interesantes de una obra, el sol, arrojando a puñados su luz, matizaba el panorama, haciendo resaltar unas partes con la brillantez del oro y envolviendo otras en dulce penumbra.

A continuación se quitó la camisa, quedando sin más que los pantalones y las altas botas. Luego se inclinó, y agarrando dos puñados de nieve, empezó á frotarse el tronco, un poco angosto, y los brazos nervudos. El príncipe se estremeció de sorpresa y de frío, lo mismo que muchos de los espectadores.

Pero don Germán era enemigo de ellas; las dejaba a su esposa y a los convidados; él se mantenía de verduras, judías, huevos y tal cual trozo de carne asada. Aquella alimentación primitiva servía para embromarle y armar algazara. Sobre todo lo que despertaba siempre más risa era verle comer a puñados el maíz cocido, costumbre adquirida en América.

Yo había abierto la maleta y le iba entregando sacos de monedas, que él arrojaba a puñados sobre la multitud con ademán de sembrador... Abajo, a cada lluvia de metales resonaba un tumulto furioso; después, un lento suspiro de gula satisfecha; y luego, el silencio, la suspensión del que espera más. Más murmuraba ansiosamente Sa-Tó, volviéndose hacia .

Palabra del Dia

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