Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Extendí la vista y le vi tras el respaldo del monumental sillón de doña María, muy enfrascado en estrecha plática con Asunción, que sin duda le estaba convenciendo de la superioridad del catolicismo con respecto al protestantismo. A cada paso apartaba él los ojos de su interlocutora para mirar a Inés. Bien decía el tunante observé para que se valía de las discretas amigas.

Declara asimismo Macaulay que el prodigioso cambio, que el triunfo inesperado del catolicismo sobre el protestantismo se debió en gran parte á los jesuítas y á la profunda política con que Roma supo valerse de ellos. «Cincuenta años después de la separación de Lutero, el catolicismo apenas podía sostenerse en las costas del Mediterráneo: cien años después apenas podía el protestantismo mantenerse en las orillas del Báltico.

Yo presumo que la rara y excepcional perversidad que a Felipe II se atribuye toma origen y fundamento en las prendas de su carácter y en los actos de su vida que más le ensalzan e ilustran: en la guerra sin tregua que hizo al protestantismo, pugnando para que no se rompiese el alto principio que informaba, dirigía y daba unidad a la civilización europea.

Esa fuerza de voluntad que da valor en el combate y fortaleza en el sufrimiento; que triunfa de todas las resistencias, que no retrocede por ningun obstáculo, que no se desalienta con el mal éxito, ni se quebranta con los choques mas rudos; esa voluntad, que segun la oportunidad del momento, es fuego abrasador, ó frialdad aterradora; que segun conviene, pinta en el rostro formidable tempestad, ó una serenidad todavía mas formidable; esa gran fuerza de voluntad, que es hoy lo que era ayer, que será mañana lo que es hoy; esa gran fuerza de voluntad sin la que no es posible llevar á cabo arduas empresas que exijan dilatado tiempo; que es uno de los caractéres distintivos de los hombres que mas se han señalado en los fastos de la humanidad, de los hombres que viven en los monumentos que han levantado, en las instituciones que han establecido, en las revoluciones que han hecho, ó en los diques con que las han contenido; esa gran fuerza de voluntad que poseian los grandes conquistadores, los jefes de sectas, los descubridores de nuevos mundos, los inventores que consumieron su vida en busca de su invento, los políticos que con mano de hierro amoldaron la sociedad á una nueva forma, imprimiéndola un sello que despues de largos siglos no se ha borrado aun; esa fuerza de voluntad que hace de un humilde fraile un gran papa en Sixto V, un gran regente en Cisneros; esa fuerza de voluntad que cual muro de bronce detiene el protestantismo en la cumbre del Pirineo, que arroja sobre la Inglaterra una armada gigantesca, y escucha impasible la nueva de su pérdida, que somete el Portugal, vence en San Quintin, levanta el Escorial, y que en el sombrío ángulo del monasterio, contempla con ojos serenos la muerte cercana; miéntras

No desconozco lo que se ha dicho contra la certeza de las ciencias exactas, ni las dificultades que se ofrecen cuando se las llama al tribunal de la metafísica: en el tomo 1.° del Protestantismo comparado con el Catolicismo, tengo dedicado un capítulo á lo que llamo instinto de fe, y en él me hago cargo de que este instinto ejerce tambien su influencia en las ciencias exactas.

Su elevada posición social, su ilustración y el importante papel que hacía en la sociedad sevillana, contribuyeron poderosamente á que su propaganda en favor del protestantismo le diera muchos resultados, logrando, durante bastante tiempo, que ni á las autoridades eclesiásticas ni á las seculares trascendiera su conducta, apesar de la actividad que éstas desplegaban para destruir y aniquilar cuanto en Sevilla tuviera sospecha siquiera de luteranismo.

El antiguo fondo moral de la raza helvética, la seriedad y la tristeza acumuladas en el corazón de la raza por efecto de la contemplación de los gigantescos Alpes; la rigidez casi ingrata de aquel protestantismo que excluyera de Ginebra durante un tiempo la música por ser un arte demasiado voluptuoso, se despertaron en él después de los primeros ardores, y a la ligereza algo intencional del joven poeta, sucedió la rectitud inflexible del hombre maduro.

Las iglesias de Lóndres, desde que existe el protestantismo, han perdido toda su belleza y magnificencia: nada en verdad mas triste y frio que penetrar en la soberbia iglesia de San Pablo, de igual forma que San Pedro de Roma; la desnudez absoluta del templo, en el cual no se ve un solo altar ni imágen alguna de santo, el vacío prosáico de aquellas inmensas naves que nada dicen, la ausencia completa de la solemnísima pompa que acompaña á la ceremonia católica, todas estas circunstancias reunidas hacen de San Pablo un esqueleto frio, que solo despierta dos emociones: la de la grandeza del sentimiento que le dió vida, la de la pequeñez del que le ha disecado, que le ha muerto.

Quien abandona la religion católica no sabe dónde refugiarse. Hemos seguido el camino que puede conducir á la religión católica; echemos una ojeada sobre el que se presenta, si nos apartamos de ella. Al abandonar la fe de la Iglesia, ¿dónde nos refugiamos? Si en el protestantismo, ¿en cuál de sus sectas? ¿Qué motivos de preferencia nos ofrece la una sobre la otra?

El ridículo protestantismo, que blasona de liberal, y protector de las obras de la inteligencia, cuya omnímoda supremacia proclama, se ha ensañado estúpidamente con todas las imágenes de santos tallados en piedra, que embellecian y decoraban todo el exterior de la catedral, dejando únicamente intacta una alegoría escrita en piedra, que corona la puerta principal de la iglesia, y sobre la cual se ven algunos papas que se han condenado por sus crímenes: aquí el protestantismo, que en nombre de la libertad, mutila con la picota de la burla y la ignorancia, la riqueza arquitectural con que la estatuaria gótica bordaba las fachadas de los templos.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando