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Actualizado: 5 de junio de 2025


La que alguna vez protestaba sordamente contra esta exclusiva centralización de las atribuciones administrativas era su madre, aquella señora delgadísima, de ojos hundidos, de quien hicimos mención en el primer capítulo. Tales protestas no eran, sin embargo, frecuentes ni duraderas. En el fondo había un acuerdo perfecto entre la suegra y el yerno.

Y era bien seguro que el drama se ponía en escena. El veterano de los bastidores ejercía mucho ascendiente con ribetes de miedo sobre empresas y cómicos: cuando se incomodaba ¡tenía una lengua! Si el drama era silbado, protestaba lleno de ira contra el juicio del público y seguía protegiendo con más fuerza al autor.

Tapón apretó entonces los dedos y pillóla por las patas... La mosca protestaba muy indignada, batiendo las alas con cierto zumbido lastimoso. Presa en estrecho lazo La codorniz sencilla Daba quejas al viento, Ya tarde arrepentida.

Después desta desgracia, habiendo estado Su Excelencia dos días en el fuerte y dado orden de lo que se había de hacer, fué muy apretado é importunado del Consejo, que continuamente le protestaba que se fuese á Sicilia á proveer lo que era necesario en tal coyuntura.

Y Mariquita bebía ansiosamente, con una sed rabiosa, deseando renovar la sensación de frescura en su boca ardiente como si llevase fuego en el estómago. De vez en cuando protestaba. Que me voy a emborrachá, Luis. Que creo que ya lo estoy. ¡Y qué! exclamaba el señorito. Yo también estoy borracho, y tu padre, y todos lo estamos. Para eso es la fiesta.

Aguardaba la noche y después de cenar y rezar el rosario y meter en la cama á los pequeños, se desplegaba solemnemente el documento y se leía en alta voz con igual calma y aparato que si fuese un rescripto imperial. Tratándose de las de Demetria, la tía Felicia protestaba, aunque tímidamente, del aplazamiento, pero no le valía de nada.

Montigny era peor aún que Frédérick... A Lafontaine, rabioso, despechado, se le saltaban las lágrimas; su alma inquieta de seminarista, de grumete, de repartidor de obras por entregas, toda su alma díscola y errante, protestaba iracunda contra tantas y tan estrechas imposiciones. Pero al cabo cedía y su técnica se refinaba.

Huyeron los gauchos, perseguidos por los obreros del dique, y acudieron las mujeres, lo mismo las danzarinas del establecimiento que las pertenecientes á las familias del pueblo, para rodear á los dos heridos y levantarlos. González, que protestaba á gritos, sin que nadie le escuchase, hizo un gesto de alegría al reconocer á Robledo, como si éste pudiera arreglarlo todo.

¡Al contrario, al contrario! protestaba Simoun; si para los tulisanes son los hombres más honrados del país; son los únicos que ganan su arroz debidamente... Creen ustedes que si hubiera caido en manos... ¡vamos! de usted por ejemplo, ¿me habría dejado escapar sin quitarme la mitad de mis alhajas, cuando menos?

El doctor pensó que las que habían huido para evitarse su presencia eran las de Lizamendi. Aquella voz que protestaba era, sin duda, la de su mujer. La entrevista fué glacial, sin que la esposa del millonario hiciese el menor esfuerzo por disimular la antipatía que le inspiraba el médico. Sus ojos azules le miraban con fijeza desdeñosa. ¿A qué se presentaba allí? ¿Quién le había llamado?

Palabra del Dia

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