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Actualizado: 5 de mayo de 2025


El triple delincuente, volviéndose de mil colores é indignado por las palabras de Pimentó, no pudo contenerse: ¡Mentira y recontramentira! El tribunal se indignó ante la energía y la falta de respeto con que protestaba aquel hombre. Si no guardaba silencio, se le impondría una multa. Pero ¡gran cosa eran las multas para su reconcentrada cólera de hombre pacífico!

El talabartero protestaba. ¡Por vida de...! El tenía el propósito de asistir a la corrida; había salido del hotel para comprar un billete, y ahora Carmen le aguaba la fiesta con su empeño de ir a la plaza. Pero ¿qué vas a hacé allí, criatura? ¿Qué vas a remediá con tu presensia?... Figúrate, si Juaniyo yega a verte.

Se había considerado un hombre valeroso que, por distinción, por sibaritismo, por refinada indiferencia, quería mantenerse al margen de las cosas que apasionan al resto de los mortales. Pero el lejano campaneo protestaba, zumbando la misma palabra: «¡Cobarde! ¡cobardeAnduvo meditabundo por el jardín hasta que llegó Toledo, pasadas las doce.

Antes, cuando la nobleza era el más firme baluarte de la nación, la toleraba el pueblo; ahora, sabido ya que las grandes victorias obtenidas en Francia lo habían sido no por la pujanza de tales ó cuales barones, por la lanza de este ó aquel caballero, sino por el valor de los soldados, hijos del pueblo de Inglaterra y Gales, había desaparecido en gran parte el prestigio de la nobleza militante y se protestaba contra sus exacciones y se censuraba su arrogancia.

Apenas dio un pase creyó llegado el momento decisivo, y se cuadró, con la muleta baja, llevándose la empuñadura del estoque junto a los ojos. El público protestaba otra vez, temiendo por su vida. ¡No te tires! ¡No!... ¡Aaay!

No protestaba Gallardo . La mamita en la presidensia. Siéntese ahí, mamá, o no comemos. Y la conducía de un brazo, acariciándola con extremos amorosos, como si quisiera resarcirla de los años de infancia vagabunda que habían sido su tormento.

Por mi parte, considero la viruela como una verdadera imposición de que han venido haciéndonos víctimas nuestros gobiernos. La viruela tenía en España el mismo carácter obligatorio que ahora tiene la vacuna, y nadie protestaba contra ella. Las gentes se resignaban a padecerla como se resignaban a padecer el tifus y el caciquismo.

Primero, los arrebatos de pasión: una dicha que, encontrando estrecho el elegante nido de los recién casados, paseaba su insolencia feliz por los salones, para dar envidia al mundo; después, la monotonía, el cansancio, la separación lenta e insensible, sin dejar por eso de amarse; a él le atraían sus amistades de soltero, y ella protestaba con escenas y choques que hacían odiosa para Luis la vida conyugal.

Tenía aterrados a muchos de los emigrantes con sus amenazas y explosiones de mal humor. Otros admirábanle por la insolencia con que protestaba a gritos de la calidad del rancho y de todos los servicios del buque, atreviéndose a insultar a los oficiales, que no podían entenderle.

Su madre le enviaba todos los meses una cantidad tres o cuatro veces superior al sueldo que él percibía. Su hermana Lola, a pesar de que veía en él un conjunto de todas las gallardías y seducciones varoniles, protestaba contra las maternales larguezas.

Palabra del Dia

hociquea

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