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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Había hecho buenos negocios; apenas sabía pintar su firma, pero las echaba de anticuario, y tenía su tienda en el patio de las Américas viejas. Los dos conocían vagamente a su sobrino Maltrana, por haber llegado hasta ellos su fama de sabio. Además, la esperanza de que pudiese heredar a su protectora les inspiraba gran consideración.
Ballester, deshaciéndose en demostraciones de caballerosidad protectora y de fraternal hidalguía, le dijo que los Rubín grandes y chicos, así los de carne y hueso como los que tenían pechos de algodón, no entrarían en aquella alcoba sino pasando sobre su cadáver.
La difunta señora, una condesa anciana, había sido su madrina, costeando su educación en un colegio modesto, y todavía Antonia iba a visitar algunas veces a «las señoritas», las hijas de su protectora, que se habían casado.
Amor de niña, pasión de colegiala que nadie adivinó, pues aunque la hija del doctor pasaba las horas con sus ojos verdes y dorados puestos en el poeta, éste nunca se dio cuenta de la muda adoración, como si la protectora y vieja diva le abrumase hasta el punto de hacerle insensible para las demás mujeres.
Elena prometió que haría el viaje sin quejarse, retemplada por la idea de que su protectora estaría presente en el momento de la partida para alentarla y sostenerla. Era tiempo de que la joven fuera a acostarse y tratara de descansar después del golpe terrible que su corazón había recibido.
Herida en lo más vivo de su orgullo por aquella diplomacia fría, protectora, insultante que en su sentir respiraban las palabras de su antiguo amante, vomitaba la rabia de su corazón sobre la hija.
Cómo se tocan los extremos del inmenso ramaje es curioso de ver; por ejemplo, cuando Pepito Trastamara, que lleva el nombre de los bastardos de D. Alfonso XI, va a pedir dinero a Cándido Samaniego, prestamista usurero, individuo de la Sociedad protectora de señoritos necesitados. iii
El marqués fuese derecho a Jacobo, que ceremoniosamente se levantaba para recibirle, y apretándole ambas manos, díjole con grande afecto: Adiós, Benito, ¿cómo te va?... Tú siempre tan famoso... Y con protectora afabilidad diole dos cariñosas palmaditas en el hombro izquierdo.
Pero este asunto es tan vasto que requiere artículo aparte, aunque discurramos sobre él y tratemos de dilucidarle con rapidez compendiosa. ¿Qué opinión tendrá de las corridas de toros la Sociedad protectora de los animales, sociedad existente hoy en todos los países civilizados? La tal opinión de seguro ha de ser muy mala; ¿pero será lógico el razonamiento en que se funde?
En él decía: «Estoy bien y mucho más contenta; no dejes de venir pronto a vernos y procura estar amable con Narcisa: es un favor que te pido». Después que el emisario partió, gozoso de servir a su bella protectora, Carmen se quedó arrepentida de inducir a Salvador a una farsa con aquel impremeditado ruego.
Palabra del Dia
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