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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Los dos jóvenes, tras un gruñido de asentimiento del portero, entraron en la Patriarcal, comentando las extrañas preguntas de éste con risas que parecían alegrar el fúnebre silencio. Maltrana quiso que Feli viese la sepultura de su protectora, y los dos salieron de la avenida central para descender por una escalerilla en forma de túnel a un patio inmediato.
Pero á continuación pensó que él se llamaba Ra-Ra, y la grave viuda de Haynes era en este país el Padre de los Maestros, jefe supremo de las universidades, y además escribía versos. Buscó otra vez la mirada protectora de Momaren, quedando medianamente satisfecho al ver que los ojos de éste parecían amonestarle por su reciente distracción.
Venía de visitar á hombres que conocía de larga fecha y de recoger grandes promesas, dadas con la galantería melancólica y protectora que inspiran los recuerdos lejanos de amor. Como no veía otro remedio á su situación que estas palabras, había necesitado creer en ellas, forjándose ilusiones sobre su eficacia; pero ahora, al conocer el plan de Robledo, todo su optimismo acababa de derrumbarse.
Al pasar junto á Robledo le saludó con la cabeza, haciendo asomar á su rostro la sonrisa de bondad protectora habitual en él; pero esta sonrisa se desvaneció inmediatamente. Los dos hombres habían cruzado sus miradas, y Fontenoy vió de pronto en los ojos del otro algo que le hizo retirar el antifaz de su sonrisa.
A la cabeza de la fila formada por sus vasallos, el Emir balanceábase sobre las caderas, levantaba un pie y lanzaba relinchos bajo la mirada protectora de la señá Eufrasia, que, subida en un caramanchel, presidía la fiesta con toda la majestad de su busto corpulento. Al reparar la buena mujer en Ojeda, se atrevió a sonreírle. Sabía que era español por haberle visto algunas veces con don Isidro.
Tónica le hablaba como un amigo y le hacía confidente de todos sus pensamientos: las exigencias de sus parroquianas, los consejos de «las señoritas», que eran las hijas de su difunta protectora, y hasta las dolencias de aquella mujer casi ciega que vivía con ella, sirviéndola de madre.
Dedicábase a correr los géneros de las tiendas, a traerlos a las casas, ganando por ello pequeñísima comisión. Esto no le bastaba para vivir aunque era ella sola y una sobrina. Pero en varias casas le hacían encargos de distinta índole y la ayudaban de mil maneras. Sobre todo en la señora de Quiñones había encontrado una protectora decidida.
El sesudo Mentor terminaba con protectora solicitud y paternal indulgencia: «Tu ligereza ha sido grande; pero inventa una disculpa, apresúrate a venir y trataremos de arreglarlo».
La Sociedad protectora de los animales, para ser lógica en su conducta, debía tratar de que fuese herbívoro el linaje humano. Los indios, mil veces más compasivos que nosotros en este particular, dicen que se abstienen de comer carne, sin que haya bula entre ellos que los habilite para comerla. Muy celebrados son su piedad y su afecto a todo ser viviente.
Podría considerarse su protectora; no hay cabaña alguna en seis leguas á la redonda, que no la conozca y la venere como la hada de la beneficencia. Los paisanos dicen simplemente, al hablar de ella: ¡La señorita! como si hablaran de una de esas hijas de rey, que encantan sus leyendas, cuya belleza, poder y misterio les parece ver en ella.
Palabra del Dia
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