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Actualizado: 23 de junio de 2025
En treinta años que llevo á bordo no me he visto en lance igual. ¡Los santos del cielo se apiaden de nosotros! Y muy particularmente confío yo en la protección del gran Santiago, en cuyo día hago voto de comerme otra carpa, además de la prometida ya para todos los días de vigilia del año....
Pero daré con mucho gusto la enhorabuena á tu prometida por la buena elección que ha sabido hacer. Pues bien, te llevaré á casa de Harvey una de estas noches. Se beben allí licores extraordinarios. Tú no los extrañarás mucho. Lo que haré será no beber nada. Ambos reían con perfecta seguridad de buenos muchachos sin segunda intención.
Apenas había aparecido, el toro se retiró al otro extremo de la arena para aprestarse a combatir al nuevo adversario. Gracias a esto, el hombre negro tuvo tiempo de hacer ejecutar algunas cabriolas a su caballo y de apostarse al pie del palco de la mujer. ¡¡¡Y tuvo el atrevimiento de mirar fijamente a aquella prometida del Señor!!!
Los recuerdos penosos de su matrimonio se iban poco a poco borrando de su memoria. Había olvidado la lúgubre ceremonia de Santo Tomás de Aquino y se consideraba como una prometida que espera el momento de ir a la iglesia. No pensaba ya en la señora Chermidy y no experimentaba aquel frío interior que da el temor de una rival.
Subía, subía constantemente, y de nuevo me preguntaba cuándo concluiría aquella ascensión interminable donde se encontraba la tierra prometida. La naturaleza había variado, y ahora se extendían a mi vista extensos y frondosos bosques de variados pinos. Al frente, altos picos inaccesibles. ¿Habría también que transponerlos? De pronto, un grito de asombro se me escapó del pecho.
¡Es ese maldito, ese condenado decían , que ha atraído la cólera del Cielo osando profanar a la prometida de Cristo! su presencia es un azote... ¡Anatema, anatema sobre él! Y luego venían unas maldiciones capaces de hacer estremecer a nuestro santo padre.
«Vuestro amor será para mí la salvación, la paz, el puerto, la tierra prometida, el paraíso perdido y vuelto a encontrar. Amadme como yo necesito ser amado, como se ama a los niños y a los animales, como un amor que sea todo indulgencia, compasión, consuelo, alivio y socorro...» Si la Condesa d'Arda no había triunfado en esa obra ¿era suya la culpa?
Tras no escasa porfía se deja al fin convencer de que siquiera conozca á su prometida esposa visitándola en su corte, pero con la condición de que su hermano Fadrique tome su nombre, fingiéndose él su criado, para hacer más libremente sus observaciones.
Ahora pida usted perdón de su fechoría que no conozco ni quiero conocer. Clarita dijo Tristán mirando a su prometida que continuaba tapándose los ojos con la mano , perdóname lo que te he dicho. Te juro que te adoro, que te quiero con toda mi alma... ¿Cómo? ¿Cómo...? ¿Qué modo de pedir perdón es ese...? Hágame usted el favor de hacerlo como se debe.
El propio Godfrey, cuando le preguntaron bromeando si ya estaba fijado el día, sonreía con la sensación agradable de un pretendiente que hubiera podido responder «sí» si así lo hubiera querido. Se sentía transformado, libre de la tentación y la visión de su vida futura se le aparecía como una tierra prometida por la que no tenía necesidad de combatir.
Palabra del Dia
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