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Actualizado: 23 de junio de 2025
Y se imponían: don Fernando y doña Brianda por su prestancia, fray Anselmo por su austeridad, doña Inés por su belleza y Guy por su donaire. Naturalmente, en las sobremesas de la antecocina se explicó el caso de la manera más natural. Doña Inés era la prometida del amo; venía a casarse con él. Don Fernando y doña Brianda eran sus padres. Fray Anselmo bendeciría la boda.
Bien haya tal señor y tal criado: el uno, por norte de la andante caballería; y el otro, por estrella de la escuderil fidelidad. Levantaos, Sancho amigo, que yo satisfaré vuestras cortesías con hacer que el duque mi señor, lo más presto que pudiere, os cumpla la merced prometida del gobierno.
Díjole que entre todos los secretos de que por favor de Dios era depositario, había uno que no pensaba confiar más que a la persona que fuese dueña de todo su cariño; y como esta persona era ella, la mujer soñada, la mujer prometida por el soberano Samdai, a ella sola revelaba el infalible procedimiento para descubrir los tesoros soterrados.
Si de joven había soñado cosas mucho más altas, su dominio presente parecía la tierra prometida a las cavilaciones de la niñez, llena de tardes solitarias y melancólicas en las praderas de los puertos.
Por una parte, me acosa y fatiga el deseo de ver a mi señora; por otra, me incita y llama la prometida fe y la gloria que he de alcanzar en esta empresa.
Después de volver del viaje, ¿ha hecho usted alguna tentativa para ver á su antigua prometida ó á su madre? No, dijo sordamente Tragomer; sé que sería inútil... ¿Y usted, conde, no las ha vuelto á ver? Nunca. Miss Harvey se quedó un instante pensativa.
Estaba bien persuadido éste del amor apasionado que le profesaba su prometida; comprendía que ni por su edad ni por las circunstancias de su carácter e inteligencia era capaz de despertar una violenta pasión en ninguna mujer, pero así y todo estaba celoso de él. En cuanto se le ofrecía ocasión ya estaba dedicándole alguna palabrita amarga.
Fui a ver a esas señoras, y en cuanto se presentó mi hermosa prometida, sentí una impresión de luz como el que sale en pleno día de una cueva, o de un lugar de tinieblas. La pobre Elena, enfermiza e infeliz, me causó una especie de enternecimiento al que contribuyeron el aparato fúnebre y la decoración mística que rodeaban su juventud.
Los celos de la prometida de Roselo, de la dueña, y diversos sucesos, que se oponen á la dicha de Lisardo y de Belisa, completan el desarrollo de la comedia, que es de las más interesantes y divertidas. La hermosa fea.
La astuta alcahueta vuelve en busca del amante, y le dice que la mano de Galatea ha sido ya prometida á otro por sus padres, y de esta manera encarece aún más su victoria, dado el caso de lograrla. Pamphilo se desespera, y sólo se mitiga su pena al saber que Galatea habla de él continuamente, y le muestra mucha inclinación. Acto cuarto.
Palabra del Dia
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