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Actualizado: 10 de junio de 2025


Los grandes ojos azules, lascivos, de la generala, se clavaban con amorosa inquietud en su amante al proferir estas palabras. Miguel despertó de la indiferencia en que yacía. Todo eso eres, cielo mío... Todo eso y mucho más contestó, apretándole con efusión las manos. ¡Si fuese cierto!... Pero no... tu amor va siendo cada día más tibio... A medida que el mío se enciende, el tuyo se apaga...

Al proferir el Imam estas últimas palabras, los asistentes dicen: Amen. Al sentarse procura tambien no hacerlo sobre ninguno de los dos piés, sacándolos por el lado derecho, o juntando con el muslo derecho la planta del pié izquierdo.

No vestía sus piernas con festoneados calzoncillos llenos de campanillas, jamás he encontrado un chino que los llevase, no adelantaba constantemente su dedo índice extendido en ángulo recto con el cuerpo, ni siquiera lo he oído jamás proferir la misteriosa frase Ching a ring a ring chaw, ni bailaba como aquéllos a la más leve indicación.

Cuando entraron al salón artesonado de encina, Godfrey se dejó caer en su sillón, mientras que Nancy, después de haberse quitado su sombrero y su chal, fue a colocarse a su lado junto a la estufa porque no quería separarse de él ni aun algunos minutos. Sin embargo, temía proferir alguna palabra que pudiera rozar los sentimientos de su esposo.

En vez de proferir palabras, miraba a su amigo de vez en cuando con ternura y admiración. Andrés, que sentía sobre estas miradas, las evitaba. Llegaron al pueblo, y en vez de cruzar por él, lo rodearon; no fuese que algún vecino anduviera todavía por la calle. Subieron después el camino de la rectoral.

¡Virgen del Amor Hermoso! ¡El señorito Andrés! ¡Qué escuálido viene el pobrecito! ¡Si parte el corazón! Y al proferir tales palabras, como Andrés no se había apeado, le besaba una de las manos con efusión. A nuestro viajero le sorprendió agradablemente que su mal estado de salud partiese el corazón de una persona que nunca le había visto.

No si existe, en otra parte que en las comedias, aquello de las corazonadas o del flechazo amoroso, repentino e irremediable, pero lo cierto es que este diálogo, en medio de las luces y de las flores del salón, bastó para que los dos primos se entendieran, y en el apretón de manos con que pusieron punto final a la entrevista, se dijeran muchas cosas, que los labios no habían osado proferir.

Este le contempló en silencio unos momentos asombrado de su inocencia. Tuvo impulsos de proferir una de sus chufletas sangrientas, pero se contuvo. La maciza bondad y el candor de aquel muchacho le conmovían. Después de todo, pensó, ¿qué se adelanta con sacar a los hombres de los errores que los hacen felices? , ; D.ª Carolina es muy buena dijo al cabo, sin gran calor.

De cuando en cuando venía una hoja seca revoloteando por el aire, como mariposa de oro, hasta quedar presa entre los pliegues de la falda de Cristeta, quien distraída, casi maquinalmente, la tomaba con las puntas de los dedos, dejándola sobre el haz del agua. Viendo don Juan que no quería sentarse, permaneció en pie frente a ella sin atreverse a proferir palabra.

Además, ¡con qué íntimo regocijo no decíamos a nuestras respectivas patronas al salir de casa: «Si alguien pregunta por , decirle que estoy en la redacción... ya sabe V... en la redacción!» Y la boca al proferir esta palabreja mágica se nos hacía almíbar, como cuentan que le acaecía a cierto santo cuando pronunciaba el nombre de María.

Palabra del Dia

rigoleto

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