United States or Cameroon ? Vote for the TOP Country of the Week !


En la proa, la marinería, puesta en cuclillas, escuchaba con el religioso silencio de los hombres simples ante algo que no comprenden, pero que les infunde respeto.

El mástil de trinquete y la proa eran débiles sombras, siluetas borrosas, pálidos dibujos sobre un fondo gris. Muchos pasajeros, especialmente las mujeres, mostraban inquietud. Excitaban sus nervios los rugidos de la chimenea, que parecían llamamientos de socorro. Irritábales no poder ver, marchar a ciegas por unos parajes de frecuente navegación.

Por tanto, á 12 de Octubre, nos dispusimos para salir de aquel lago ó mar dulce; y aunque siempre estábamos con temor de algún escollo encubierto debajo de agua, con todo esto, mediante el favor de Dios, caminamos á voga y remo sin ningún riesgo, sólo que los vientos, que siempre soplaron por la proa, nos retardaron para que nos adelantásemos.

¡Qué lindo! dijo volviéndose a Maltrana, mientras el otro seguía bailando . ¡Qué hermoso pedazo de hombre!... Lástima que esté aquí. Ojeda, que permanecía cerca de ellos, pensó que era una suerte para su amigo que los reglamentos del buque no permitiesen al Emir dar un paso fuera de la proa.

Fué él en los arsenales del desierto, cuando pasamos por el Canal de Suez; adelantándose en la proa de un barco mercante, cuando entramos en Malta, resbalando sobre las rosadas montañas de Sicilia y emergiendo de los mares que cercan el Peñón de Gibraltar.

Al ir hacia proa, vio apoyados en la barandilla a Ojeda y Mrs. Power, mirando el mar, con los codos y los flancos en apretado contacto. La brisa retorcía como espirales de fuego algunos rizos de la norteamericana que se escapaban de un sombrerillo de tela de oro.

A las cinco de la tarde puse la chalupa y bote al remolque por la proa, y con toda vela, por estar casi calma, procuré entrar.

Otro remolcador del mismo aspecto se colocó junto a la proa, marchando aparejado con el Goethe, como un perrillo trotador al lado de un elefante. Los pasajeros olvidaron la ciudad para atender a sus equipajes de mano. Los stewards iban sacándolos de los camarotes y los alineaban en cubiertas y pasillos. Crecía Buenos Aires con rapidez prodigiosa.

Ahora los buques parecen montañas vistos desde lejos; antes eran monstruos de dos cabezas unidas por un cuerpo casi a flor de agua... Desde lo alto de esta cubierta central no adivinamos siquiera la existencia de la popa y de la proa, que están tres pisos por debajo de nosotros. El castillo central es un mundo aparte.

Ojeda y su compañero, acodados en la baranda, miraban con interés las siluetas de las islas destacándose como nubes puntiagudas sobre el azul sereno del horizonte. Hasta aquí llegó Colón dijo Fernando . El Almirante, que había navegado siempre hacia Poniente, puso en el tercer viaje la proa al Sur, buscando descubrir tierras nuevas por la parte del Austro.