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Actualizado: 29 de octubre de 2025
Inclinado sobre mi álbum encerrábame con ella durante largas horas en su catedral, y respiraba allí por un momento los vagos perfumes de una ideal serenidad. Iba también á buscar casi todos los días en la casa de la anciana señorita, otro género de distracción. No hay trabajo al que el hábito deje de prestar algún encanto.
Y a más descubrieron que yo podía prestar pequeños servicios; conozco muy bien los caminos, y van a utilizarme como guía. En fin, yo no soy nadie, mientras que tú, Conde Pablo de Lavardens, tú eres alguien. Así, no temas nada, llegará tu turno con los bailes y las fiestas cuando sea preciso brillar, cuando se necesite bailar.
Al fin, el presidente hizo conocer la decisión tomada: En vista de las opiniones no cristianas de Karaulova, el tribunal le permite que haga su declaración sin prestar juramento. Los demás testigos se acercaron al altarcito, ante el cual esperaba el sacerdote. ¡Levantaos! proclamó en alta voz el ujier. Todo el mundo en la sala se levantó y volvió la cabeza hacia el altarcito.
Lo importante es que Vd. va a prestar un buen servicio a intereses sagrados. Pero, ¿qué tiene esto que ver con mi hermano? El padre de esa señorita Paz posee cerca de los Cuatro Caminos, fuera de la puerta de Fuencarral, unos solares, lindando con los cuales está edificando su nueva casa una comunidad, que acaso todavía no conozca usted, y que el vulgo ha comenzado a llamar las Hijas de la Salve.
Caminaban gravemente, como dos caricaturas de la riqueza y el clero, sin prestar atención a las risas de los curiosos, y se metieron en la taberna del Manco para hablar de sus asuntos entre dos «tintas». Isidro y Feliciana sentían impaciencia por verse en su casita. Dudaron un instante ante la puerta de un café, no sabiendo si almorzar en él.
Hallándose un marido en peligro de muerte, llamó a su mujer y le dijo: Moriré contento, si me das palabra de no casarte con ese 135 oficial que te hace la corte. No tengas cuidado, respondió ella, que ya he dado la palabra a otro. Un borracho oyó las dos Y dijo con mucha paz 140 ¡Hombre! ¿dos veces la una? Ese reloj anda mal. Confesábase uno de prestar dinero con usura.
Referí á mi mujer lo sucedido, y mi mujer determinó pasar, la noche cerca de los cristales, reservándose mudar de habitacion al dia siguiente. Yo calculé que la sinrazon no estaba en el amo del hotel, sino en nosotros. Esto es una costumbre del país, costumbre que no tiene aquí peligro alguno: ¿por qué prestar oídos al temor infundado de un extranjero, en cuya nacion se vive de otro modo?
En Palacio, tan pronto se gastaban millones para recibir a un príncipe extranjero, como un bufón había de prestar dos reales para comprar confites a la reina; los soldados, sin paga, se acuchillaban en las calles, mientras llegaban las nuevas de que el francés o el flamenco nos habían derrotado en los campos y el inglés nos había pirateado en los mares.
Repartidos todos los papeles se obligaban los actores, después de prestar solemne juramento, á estudiarlos bien y asistir al teatro con puntualidad, y á veces á riesgo de sus vidas y haciendas. El manuscrito que contenía los papeles, se llamaba el registro de la pieza, y el encargado del registro era también el director de escena. Cuanto tenía relación con el teatro competía al burgomaestre.
Vámonos dijo Gabriel . Ese Mariano podía habernos avisado, para evitar la sorpresa. Y añadió, sonriendo irónicamente: Siempre lo mismo. Los parásitos son los que más brillan y más ruido meten. Lo que no pueden prestar en utilidad lo dan en estruendo. Llegó la festividad del Corpus sin que el menor incidente alterase la vida tranquila de la catedral.
Palabra del Dia
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