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Actualizado: 15 de junio de 2025


Pues como yo imaginé que el navío que salía de la isla era el de los salteadores de la presa, hice poner en una lanza una bandera blanca de seguro; vine arrimando al costado del navío, para tratar del rescate, llevando cuidado de que no me prendiese.

Tan buena disposición de este pueblo para alistarse en el número de los cristianos, no fué tanto obra del P. Caballero, que el año antecedente les había predicado la ley de Dios, cuanto de la Virgen Santísima Nuestra Señora, que poco antes, con un insigne milagro, había dispuesto los corazones de aquellos bárbaros para que prendiese en ellos la semilla de la predicación Evangélica y rindiese fruto correspondiente á los sudores del sembrador.

No se prenderá á don Francisco dijo trasudando Lerma, porque al decirlo, recordó el irritado empeño con que su hija pretendía que se le prendiese. Gracias, muchas gracias dijo la duquesa levantándose ; no esperaba menos de vos. Y ya que me habéis complacido, me vuelvo á mi casa. ¿Pero seguiréis en palacio? . ¿Y me ayudaréis?

La tía María sollozaba y se retorcía las manos de dolor. ¿Pero qué hicieron tantos como presentes estaban? preguntó Dolores llorando , ¿no hubo nadie que prendiese a ese desalmado? Eso es lo que yo no contestó Momo , pues al ver aquello, cogí dos de luz y cuatro de traspón, no fuese que me llamasen a declarar.

En el pueblo de Sicuani halló el Inspector D. José del Valle al Mayor General, D. Francisco Cuellar, que como queda dicho en su lugar, habia destacado á la provincia de Carabaya, para que persiguiese y prendiese al traidor Diego Cristóval Tupac-Amaru, sus sobrinos y á cuantos le acompañaban.

Todo puede ser... por ejemplo: si os prendiesen y os sacasen de Madrid y no pudiéseis escribirme... ó bien, si á me prendiese... la Inquisición, por ejemplo, y me empozase y no volviéseis á saber de ; ni siquiera que estaba presa. ¡Ah, no digáis eso! Es una suposición. Pues bien, ¿sabéis lo que sucedería, caballero?

harás lo que yo quiera; prenderás á don Francisco de Quevedo. En verdad, en verdad que ya he dado la orden de prisión, y á pesar de que una persona, á quien no puedo negar nada, me había comprometido á que no le prendiese, me he olvidado de revocar la orden. Adivino cuáles son las dos mujeres que te han pedido la una la prisión y la otra la seguridad de don Francisco.

Dicen también que después que los turcos se me llegaron, salí menos veces de las que debiera, y éstos, si se hallaron allí, se acuerdan mal, ó si no lo estuvieron, están mal informados, porque ultra de lo que creo yo que ninguna tierra que haya asediada y combatida ha echado tantas veces gente fuera ni con mejor orden, no se deben acordar que siempre que la eché volvieron huyendo con pérdida, é de que una vez que entre las otras, estando los turcos combatiéndonos las galeras, por disturbarlas y parescerme que se les podía hacer algún daño en aquella conjunctura, mandé á dos capitanes que con 300 soldados españoles é italianos saliesen asaltar las trincheas de los enemigos por la parte del Poniente, é que no solamente lo hicieran, pero que después de salidos, sin pasar del foso ni hacer ningún efecto, se volvieron al fuerte huyendo, y de que muchos que la quise echar, teniéndola á puncto é para salir, se iban las propias centinelas á dar aviso á los turcos; y también se les debe de haber olvidado que se me fueron á los turcos más de 1.000 hombres, de su propia voluntad, así por la mucha sed como por flaqueza de ánimo, é que no había hora ninguna de las del día ó noche que los enemigos no supiesen ni fuesen avisados de los nuestros propios de lo que dentro del fuerte se hacía, sin haber bastado remedio ninguno á que pudiese dejar de ser, buscando los que fueron posibles, porque para este particular tuve guardia, y porque de la mesma que mandaba poner se me iban, hice echar un bando que cualquier soldado que matase ó prendiese al fugitivo se le darían seis escudos al que le trujese vivo y cuatro al que le matase, y esto se observó y cumplió; y mandé hacer justicia de muchos que se huían, sin haber perdonado á ninguno.

Su nave, inerme, dejó que se le aproxímase la galera, que la prendiese con enormes garfios, y que los corsarios, armados de hachas, se lanzasen al abordaje, o más bien, confiados en su poder incontrastable, a tomar posesión de la nave sin recelar resistencia alguna. Así fue en un principio.

Comienza don Pablos su nueva azarosa vida; pero su mala ventura quiso que un alguacil prendiese a la vieja que gobernaba y encubría a los estafadores, descubriéndose por ella toda la maraña, y dando con todos en la cárcel. Logra salir de la prisión don Pablos, merced a su ingenio y al dinero que da a los carceleros.

Palabra del Dia

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