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Actualizado: 10 de octubre de 2025


Escribí á mi esposa desesperado una carta, y respondió al portador: , ya, ya quien me escribe, ya me han hablado de él; dicen que hace requesones excelentes: que me trayga, y que se los paguen. Quise acudir á la justicia en mi desdicha.

Cuando reciba usted estos renglones el estorbo no existirá ya. Que la propia conciencia perdone a los que me han hecho padecer, como yo los perdono.» ¿Dónde se ha hallado esta carta? preguntó el Conde. El portador de ella contestó: En el bolsillo de un hombre que hace media hora se arrojó de cabeza por el viaducto de la calle de Segovia. No sabemos quién es.

Esas crujías... con vuestra licencia, mejor estaríamos en el aposento del portero. ¿Quién es el hidalgo portador de la carta de su majestad? dijo el frailuco desde la subida de las escaleras ; adelante, hermano, y sígame. Entráos, entráos vos en el aposento del portero, amigo, y hasta luego. Hasta luego.

Pues no quiero ir. Tengo orden de presentaros, si os negáis, esta otra carta. El cocinero la tomó y la abrió. «De orden del rey decía y bajo vuestro cargo y riesgo, y pena de traición, seguiréis al portador. El duque de LermaVamos dijo el cocinero de su majestad, envainando su espada, arreglándose de una manera iracunda el cuello de la capa y arrojando una mirada desesperada á la hornilla.

Es idéntico a lo que ocurre cuando al pié de un poste portador de corriente eléctrica se coloca este letrero: "Peligro de muerte." Tal aviso deja perfectamente indiferente, y no le sirve para su seguridad, al individuo que no sabe leer. Quien lo pueda leer conoce el peligro; el que no sabe leer no se aprovecha del valor higiénico del letrero. Por qué crece la campaña contra la gallera

Ahora su buena suerte le proporcionaba el ser testigo de un drama histórico tal vez más interesante. ¡Lo que podría contar en lo futuro!... Pero le molestaba la distracción é indiferencia de su auditorio presente. Volvía al estudio satisfecho de las noticias de que era portador, febril por comunicarlas á Descoyers, y éste le escuchaba como si no le oyese.

Rodeábanla las mozas con sus panderos. Delante marchaba el capitán, portador del gran farol tradicional. Su uniforme resplandeciente causaba el asombro de aquellos campesinos, particularmente de los niños que se amontonaban en torno suyo devorándole con los ojos. Todos los años gozaban del mismo espectáculo y cada año les parecía más nuevo y sorprendente.

Día a día, cada vez más alerta, visitaba Ramiro el arrabal de Santiago. El temor del peligro le había dejado para siempre desde los primeros años de mocedad. Consideraba ahora, con fatalista desenfado, la propia vida y la ajena. El orgullo de su misión vino a duplicar su ardimiento. Era un agente de Su Majestad, portador de grave secreto de gobierno.

Aventuras parecidas las hallábamos en todas partes, en el Languedoc, Ventadour, Bergerac, Narbona, aun sin buscarlas, porque á menudo nos esperaba un escudero francés, á la vuelta del camino, portador de cortés mensaje de su señor para el primer caballero inglés que quisiera aceptar el reto. Uno de ellos rompió tres lanzas conmigo en Ventadour, en honor de su dama.

Al cabo de algunos instantes el muchacho reapareció, saliendo del castillo, completamente tranquilizado con el desenlace de su primera entrevista, con el señor de Maurescamp, ni aun intentó ocultar nuevamente el mensaje de que era portador. Pasaba sonriendo y saludando. ¡Ah! dijo el barón deteniéndolo , ¿Tienes una contestación? muéstramela.

Palabra del Dia

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