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Actualizado: 8 de julio de 2025


Era hijo del picador que había en el pueblo, y mozo que por su figura podía ser el regocijo de los espectadores en un circo de acróbatas. Nada necesitaba añadir a su persona, ni polvos de harina, ni bermellón, ni tizne para quedar convertido en clown.

El bufón le hizo repetir esta operación tres veces consecutivas. Una gran cantidad de los polvos había sido introducida en la pera. Ahora podéis ponerla ese lazo dijo el tío Manolillo. Montiño puso en la pera el lazo rojo y negro. Tomó la pera el bufón, y colocándola sobre una hoja de parra contrahecha, para aislarla, la puso sobre las otras confituras.

Algunos cromos y unas pinturas horribles representando paisajes de Valldemosa y Miramar adornaban las paredes. Catalina, la hija de don Benito, bajó apresuradamente del piso superior. Llevaba aún polvos de arroz esparcidos en el pecho, revelando el apresuramiento con que había dado un último toque de adorno a su persona al ver llegar el carruaje.

Os lo agradezco, contestó el Cardonal, tomando polvos de su tabaquera de oro. Encontré en el Nuevo Mundo, Eminencia, lo mismo que en Europa. Quince años he vivido una vida angustiosa, y hoy vengo a impetrar vuestro perdón y a morir en mi país. Fué tal su acento de sinceridad, que el Cardenal se puso de pie solemnemente y bendijo a don Fabricio de Portinaris.

Los Turcos con gran priesa pusieron los carros alrededor de los cautivos y presa, haciendo su acostumbrada oracion así lo cuenta Gregoras, y echandose polvos sobre la cabeza. Al tiempo de pelear, Philes acometió al anemigo; pero el que gobernaba el cuerno derecho, matando por sus propias manos dos turcos, fué herido en un pié de suerte, que se hubo de salir de la batalla.

-Ya yo tengo noticia deste libro -dijo don Quijote-, y en verdad y en mi conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos, por impertinente; pero su San Martín se le llegará, como a cada puerco, que las historias fingidas tanto tienen de buenas y de deleitables cuanto se llegan a la verdad o la semejanza della, y las verdaderas tanto son mejores cuanto son más verdaderas.

¡Ah! pero... el veneno... yo no he pensado jamás en eso... Buscad el veneno. Montiño se acordó entonces de que tenía en el bolsillo los polvos que le había dado envueltos en un papel el paje Cristóbal Cuero. ¡El veneno! exclamó ¡un veneno que mata en cinco minutos! ¡como murió ayer el paje Gonzalo!... Eso es... No... y cien veces no... Pues á la horca por asesino.

Se dirá que éstos no son argumentos serios; que si la palabra chic es tan productiva, debemos inventar nosotros otra palabra que lo sea más; que en nuestras manos está echarle al vino, desde luego, todos los polvos y drogas que le echan en Francia, o descubrir, fabricar o confeccionar algunos primores por los cuales nos den tanto o más que lo que damos por los vestidos de Worth.

Un día le quitaron de la tartera el almuerzo, sustituyendo la tortilla con polvos de imprenta.

Ella enseña a sus amigos las marcas de los golpes; él oculta los arañazos bajo una capa de polvos, pero afirma con un rencor balbuciente que se lo contará todo a su hermano el mayor, el único equilibrado de la familia, un centauro de la Pampa, un estanciero, al que respeta el padre, adora la madre y tiene un miedo horrible la hermosa Nélida. Cuando habla de él se pone pálida.

Palabra del Dia

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