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Actualizado: 16 de junio de 2025
Pensaba tan sólo que con un coleto de ante, un morrión y un acero toledano, escogiendo a su guisa las comarcas, hubiera hecho mucho más en bien de la Santa Fe Católica que dejando correr sus días atado con cordeles de calumnia y de estulticia a una poltrona canonjil.
Ocupó solemnemente su pequeña poltrona, ordenó sobre la mesita los montones de libros y quedó mirando el rostro gigantesco de su amigo, que sólo estaba á un metro de distancia de ella. No necesitaba Flimnap de bocina, como en otras ocasiones. Podía expresarse sin esforzar su voz, que era naturalmente armoniosa y contrastaba con su exterior algo grotesco.
El jurisperito, gran madrugador, había vuelto de misa y del acostumbrado paseo por la alameda de Santa Catalina, o sea el Bosque Pancracio de la Vega, y muy instalado en su poltrona aguardaba la llegada de su nuevo amanuense. ¡Adelante, joven! dijo en alta voz. ¡Adelante! ¡Bien! ¡Bien! ¡Me place la exactitud! Tome usted asiento. Voy a decirle cuáles son aquí sus obligaciones.
Y de repente, de un tirón, con el violento esfuerzo de un hombre que arroja lejos de sí un peso que le abruma, refirió con todos sus detalles la terrible historia de la cadina Sarahí... El tío Frasquito escuchaba con la boca abierta, encogiéndose, encogiéndose en la poltrona, convencido de su pequeñez, a medida que lo novelesco y lo terrible agigantaban en su imaginación la figura del héroe de aquella aventura legendaria, de que era el primer confidente y esperaba ser futuro cronista... Y a la idea de ser el primero en lanzar a los cuatro vientos de la publicidad la trágica aventura, el tío Frasquito se alargaba, se alargaba en la poltrona, hasta hombrearse con el héroe como la sombra se hombrea con el cuerpo y el eco con la música, y Homero con Aquiles, y el inmortal Virgilio con el divino Eneas. ¡Y pensar que era ya demasiado tarde para correr de casa en casa aquella misma noche dando la noticia!...
Mire, amigo, todo lo que a mí me pueden decir, es que he cuidado más de mi hacienda, en el poder, que de los intereses del país; aquí nos conocemos y podemos hablar con entera confianza, y esto es muy natural y muy humano, ¡caramba! pero, estoy ya tan cansado de que me traigan y me lleven, pues no hay tinterillo de imprenta que no me sobe a su gusto, que estoy dispuesto a largarme... mi renuncia ahí la tengo y será presentada en la primera oportunidad; yo no quiero, si la revolución viene, como andan propalando, que me encuentre en mi poltrona. ¡A otro perro con ese hueso!
Tan sólo lo comprendían en el Teatro Real, dejándose caer poco a poco en la poltrona de Violeta Valery, cantando al compás de la orquesta y en los brazos de Alfredo: ¡Addio d'il passato!
La política trae consigo muchos disgustos... Pero en España no hay otro camino mejor para arribar á los altos puestos y hacerse hombre en un momento. ¡Cuántos que hoy son grandes personajes y se sientan en la poltrona andarían por su tierra escribiendo pedimentos y dando consultas á peseta si no hubiesen metido la nariz en la política!... La verdad es, querido, que el que no anda se queda atrás, y sólo la ocasión hace al hombre, y el que no la aprovecha es un tonto.
Palabra del Dia
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