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Actualizado: 23 de junio de 2025


Las señoras, agrupadas en la plazoleta, con todas sus criadas y María de la Luz, contemplaban la salida de la procesión, el lento desfile de las dos hileras de hombres, con la cabeza baja y el cirio en la mano, unos con chaqueta de paño pardo, otros en cuerpo de camisa y un pañuelo rojo al cuello, llevando todos su sombrero apoyado en el pecho.

En las tabernas, que no eran pocas, se oía mucha algazara. Era ya casi noche. Úrsula le fue guiando al través de aquella calle larga y tortuosa, que era la única de la parroquia de San Pedro, hasta una plazoleta en cuyo centro bailaba un grupo de muchachas. La batelera se detuvo delante de una casa vieja con escudo sobre la puerta, y se arrimó a la ventana de la tienda donde había estanquillo.

Delante del Portal hay una lindísima plazoleta, cuyo centro lo ocupa una redoma de peces, y no lejos de allí vende un chico La Correspondencia, y bailan gentilmente dos majos. La vieja que vende buñuelos y la castañera de la esquina son las piezas más graciosas de este maravilloso pueblo de barro, y ellas solas atraen con preferencia las miradas de la infantil muchedumbre.

Al dar las doce de la noche, doscientos o trescientos coches, que venían del baile o del teatro, fueron a depositar su carga en la plazoleta de Santo Tomás de Aquino. La novia descendió la gradería del brazo del doctor Le Bris. Se la encontró menos pálida de lo que se esperaba, pero es que había rogado a su madre que le pusiera un poco de colorete para representar aquella comedia.

Había que esperar a que cerrase la noche. Pero la muchedumbre estaba dominada por esa impaciencia que, entre la gente levantina, basta que sea manifestada por uno para que los demás se sientan contagiados. ¡Fueeego..! ¡fueeego...! seguían aullando de los cuatro lados de la plazoleta.

En el centro había una plazoleta rodeada de cañas de la India y dentro una glorieta con enredadera de madreselva y pasionaria. En el fondo y en uno de los ángulos, adosada al alto muro que lo cercaba, estaba la casita del jardinero.

Ved esa adusta mole que se levanta en la plazoleta del conde de Priego, de fachada desnuda de ornato y sombría, pero bien razonada y de carácter profundamente cristiano: esa es Sta. Marina, tipo de los primitivos templos ojivales de nuestra nacion.

La carcajada lanzada por Santa Cruz retumbó en la cavidad de la plazoleta silenciosa y desierta con ecos tan extraños, que los dos esposos se admiraron de oírla.

Colgaban hasta tocar su cama; agitábalos al dormir con su ronquido, y sentía gran disgusto cuando al despertar se encontraba con una telaraña caída junto a su boca. Esto es lo que alarga la vida; esto no se paga con dinero. Si tu abuela quiere que ande el palo, que me toque una tan sólo. Cuando Maltrana volvió a la plazoleta cerró los ojos, deslumbrado por el sol.

Los palos seguían en alto, relucían las navajas en los grupos, pero nadie se aproximaba á Batiste, y éste retrocedió lentamente de espaldas, enarbolando el ensangrentado taburete. Así salió de la plazoleta, mirando con ojos de reto al grupo que rodeaba al caído Pimentó. Eran todos gente brava, pero parecían dominados por la fuerza de este hombre.

Palabra del Dia

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