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Actualizado: 17 de junio de 2025


Leyó el papel que en tales confusiones y en tal pelea con su razón la ponía, doña Guiomar a su doncella, y esta, sonriendo a lo picaresco, empero con el gracejo de sus pocos años y de su doncellil belleza, la dijo: ¿Pues hay más, sino que yo arremeta al rodrigón García, y le tome prestado un traje, y me pinte, y en blanca nieve convierta lo negro de mis cabellos, y de García acompañada, y de muchacha trocada en rodrigón viejo, a esas calles de Sevilla me eche, y busque, y averigüe, y con vuestro enamorado me tope, y le arme una trampa en la que caiga antes de que en el empeño, que a él pudiera costarle caro y a vos, se meta?

Que diga ahora les interrumpió el deán cual fue la cuarta figura que hizo. El artista alzó la frente como quien no se avergüenza y declaró así: Pinté el Trabajo: mozo, vigoroso, inteligente, fornido, con el yunque sobre un montón de libros para expresar que el estudio es la base de la fuerza, y coloqué a sus pies, esperando sus obras, la Paz y la Limosna.

Su madre, mujer de cuarenta años, aunque las arrugas del rostro y la curva de sus espaldas la hacen representar sesenta, después de comerse media cuarta de hilo para hacerle punta y que pase por el ojo de la aguja que apenas se ve entre sus callosos dedos, pone en orden á la susceptible costurera, se acerca al muchacho, le hace girar tres veces sobre mismo, le estira con fuerza la levita que lleva puesta y después de contemplar un instante su obra, vuelve á sentarse, exclamando con acento de profunda convicción: Que la pinte mejor un sastre.

«Señora dijo, encantando a Jacinta con su metal de voz argentino y su pronunciación celestial . Yo no me pinté la cara el otro día...». ¡ no...!, ya lo sabía. Eres muy aseada. No, no me pinté repitió acentuando tan fuertemente el no con la cabeza, que parecía que se le rompía el pescuezo . Esos puercachones me querían pintar, pero no me dejé. Jacinta y Rafaela estaban embelesadas.

La pequeñez de ciertos insectos no permite que su imágen se pinte en nuestra retina de una manera sensible; pero las leyes á que está sometida la luz hacen que por medio de un vidrio se pueda modificar la direccion de sus rayos de la manera conveniente, para que salidos de un objeto muy pequeño se hallen desparramados al llegar á la retina, y formen allí una imágen de gran tamaño; y así no será naturalmente imposible que con la ayuda del microscopio, lo imperceptible á la simple vista se nos presente con dimensiones grandes.

El tigre tiene chorreada la piel para poder disimularse entre los cañaverales. Y las palmeras son altas cortó Lirio , porque la jirafa tiene el cuello largo. Los cañaverales existen para que el tigre, confundiéndose con el medio, adquiera una piel bonita. Esa calle existe para que yo la pinte, porque la juzgo preciosa y porque me da la gana. Prosigo sin hacer caso de tus chocarrerías.

En cambio, no hay quien pinte bien las carnes. Los grandes maestros, como Rembrandt, Franz-Hals, Velázquez, Tiziano, por el contrario, eran sobrios en las ropas y demás accesorios, y con centraban su atención y sus facultades en aquéllas.

Con esta serie, siempre necesaria para que el cuadro se pinte, se pueden combinar diferentes series de causalidad final. El artista puede haberse propuesto las que siguen. Lucir su ingenio y esto para adquirir fama, y la fama para disfrutar el placer que se experimenta con una nombradía gloriosa.

Traté de hacerle comprender la vida de estudio y de trabajo que hace Lacante, sus relaciones con escritores y sabios, su casa sin mujer y lo difícil que le hubiera sido tener a su lado y educar a una niña. Le pinté además sus ataques de gota que le entregan a los cuidados mercenarios de una criada. La muchacha se conmovió. Yo sería de buena gana su sirviente exclamó con pasión.

Ahora bien: por grande que sea tu obcecación; por hermoso que se te pinte en los ojos lo que hay del lado de allá de la puerta, ¿te atreverás a entrar por ella con tal fardo de ignominias a la espalda? Esto es lo que has de meditar, hijo mío, con la cabeza fría y el corazón sosegado. Ángel no quiso oír más ni añadir una palabra. ¡Tan honda y tan negra le iba pareciendo la sima!

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