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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
Luego, después de un silencio, añadió: Basta por hoy, yo no podría seguir tocando después de semejante emoción. Además es tarde; le pido permiso para despedirlo, Huberto. Había abierto la puerta del otro salón, y mostrando a su madre dormida cerca de la chimenea: Miren a la pobre mamá, no quiero obligarla a quedarse más tiempo aquí. Voy a conducirlo agregó, viendo que el joven la seguía obediente.
Muy bien hecho; ¿y qué obligación tenías tú de quererme? Bastante hacías ya, con no avergonzarte de oir mis palabras. Yo soy quien te pido perdón, por haber sido atrevido contigo, y por haber estorbado quizás en aquel tiempo que tu quisieras al que te dictaba tu corazón. Cuando yo considero esto, me da mucha pena.
Montenegro rió ante la tristeza del aperador. ¡Pero cómo ponía el amor a los hombres! Daba ganas de propinar unos cuantos azotes a aquel mozo, como si fuera un niño grandullón y enfurruñado. No, Fermín; por tu salú te lo pido. Haz algo por mí; ve en seguida y sacarás un alma de pena. Nada te dirán en el escritorio: esos señores te quieren; eres su niño mimao.
Pido esto con esta mansedumbre y sosiego, porque tenga, si lo cumplís, algo que agradeceros; y, cuando de grado no lo hagáis, esta lanza y esta espada, con el valor de mi brazo, harán que lo hagáis por fuerza.
¡Que si quiero que se me haga justicia! pues ya lo creo; ¡á Dios la pido! ¡á Dios clamo por ella!... y estaré clamando hasta que la consiga... Pues aligerad. ¿A dónde me lleváis? A casa de otra alma desconsolada. No hay alma más desconsolada que la mía. ¡Quién sabe, Montiño! ¡quién sabe! pero andad, andad. ¿Y quién es esa otra alma desconsolada? Una mujer que está enamorada de vuestro sobrino.
1 Aquí me pongo a cantar Al compás de la vigüela, Que el hombre que lo desvela Una pena estraordinaria Como la ave solitaria Con el cantar se consuela. 2 Pido a los Santos del Cielo Que ayuden mi pensamiento; Les pido en este momento Que voy a cantar mi historia Me refresquen la memoria Y aclaren mi entendimiento.
Sí, era ella, que le había reconocido el día anterior mucho antes de que él la mirase, formando inmediatamente el propósito de venir en busca suya. Podía pegarle, como la última vez que se vieron; estaba dispuesta á sufrirlo todo... ¡pero con él! Sálvame, Ulises; llévame contigo... Te lo pido más angustiosamente que en Barcelona. ¿Cómo estás aquí?...
Los versos dicen: Pido al cielo su estrella más brillante; Pido al suelo su dicha más completa; Y ni cercano amor, ni amor distante Mi conmovido corazón aquieta. Es verdad, dijo Poldy; los versos son muy semejantes a los de Goëthe, salvo que el poeta dice de sí mismo lo que dice Mefistófeles de Fausto.
Pero aún es tiempo, que siempre lo tenemos mientras Dios nos deje la vida; aún es tiempo de aprovecharla para ganar el cielo; esto es lo que yo pido con toda mi alma al terminar este libro, rogándole derrame sobre mí y sobre todo cuanto me pertenece, sus espirituales bendiciones. En cuanto a las bendiciones temporales, ¿para qué he de pedírselas mientras no sean necesarias para el cielo?
Condor, ¿a que volar hacia la altura, si al lodo de la tierra he de volver...? ¡Qué terrible dolor es este mío: hoy como ayer, mañana como hoy! Como revuelto y caudaloso río de mi destino al fin marchando voy. Calma te pido, padecer constante; calma te pido, inhóspito sufrir: como el héroe al marchar hacia adelante quiero cara al peligro sucumbír.
Palabra del Dia
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