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En el momento más grave de mi vida, cuando se estaba decidiendo mi salvación ó mi pérdida, juré dedicarme á Dios si me permitía volver á mi familia y á mi país y probar mi inocencia. Dios me oyó y ya no me pertenezco. Me entrego al que después de haberme castigado justamente, tuvo piedad de . Perdón, miss Maud. Si una mujer podía realizar la obra que usted había soñado, esa mujer es usted.

Decididamente, esta vida que llevo es antihigiénica para cualquiera, y más para , que pertenezco a una familia de guerreros y de ascetas, es decir, de nerviosos. Estoy fatigado por las preocupaciones y el trabajo. Me siento medio neurasténico... Es preciso que mañana mismo haga mis maletas y me una vuelta por Roma o por París, para reponerme. Quiso levantarse otra vez, y le faltaron fuerzas.

Pero cuando me quedé sola se me ocurrió que tal vez podría haber en usted más que caridad: acaso me ame, pensé: si me ama... yo le pertenezco, yo soy suya, yo debo amarle. ¿Y tu amor?

Y echando un poco atrás el sombrero, que debía ser morrión de los de tinaja invertida, se puso más amarillo y acompañó su alteración facial de estas patrióticas palabras: Muchos hablan del ejército sin conocerlo, y yo, que lo conozco, que pertenezco a él, que me glorio de pertenecer a él, digo que con excepción de media docena de traidores, todos somos liberalísimos, aquí y en América.

Sería el más feliz de los hombres. ¿A pesar de mi coquetería y de... mis defectos? A pesar de todo, pertenezco a usted, Luciana... Mi corazón, mi vida, todo lo que poseo es de usted... Por desgracia, lo que poseo es muy poca cosa. ¿Marignol sigue viviendo? Ciertamente... y no puedo matarlo, al miserable.

Tengo mucho que hacer dijo el ingeniero evadiendo la respuesta. Yo pertenezco á mis deberes. El trabajo también es una religión. La joven siguió hablando, inspirada ahora por el egoísmo del amor. Nada perdería aproximándose á los Padres, intentando hacerse simpático á ellos. Eran personas muy buenas que se interesaban por los demás, trabajando por su felicidad.

Gentleman dijo en un inglés tan perfecto como el del profesor , yo pertenezco á su servidumbre, y creo que de todos los presentes soy el único que conoce su idioma. No dónde está el doctor Flimnap; también me extraña su tardanza. Pero si el gentleman desea algo, aquí estoy para traducir sus deseos.

Yo no pertenezco a su gloriosa clase; soy ave de corral tranquila y bien cebada, y no me arrepiento de ello cuando veo a mi antiguo camarada Fernando Salvatierra, el amigote de tu padre, vestido de invierno en el verano, y de verano en invierno, comiendo pan y queso, con una celda reservada en todos las cárceles de la Península y molestado a cada paso por la vigilancia... Muy bonito; los periódicos publican el nombre del héroe, tal vez la historia llegue a hablar de él, pero yo prefiero mi mesa en el escritorio, mi sillón, que me hace pensar en los canónigos reunidos en el coro, y la generosidad de don Pablo, que es espléndido como un príncipe con los que saben llevarle el aire.