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Actualizado: 4 de mayo de 2025


Casi no es hipérbole decir que la señá Benina, al salir de Santa Casilda, poseyendo el incompleto duro que calmaba sus mortales angustias, iba por rondas, travesías y calles como una flecha. Con sesenta años a la espalda, conservaba su agilidad y viveza, unidas a una perseverancia inagotable.

En el fondo estaba sorprendido de verse a mismo tan alto; había hecho esfuerzos para convencerse de que su caudal, que no dependía mas que de un matrimonio afortunado y de la suerte, era obra de su talento y de su perseverancia. Don Matías era el tipo del buen burgués: bruto, rutinario, indelicado y, en el ondo, inmoral. Toda rutina le parecía santa, el precedente la mejor razón.

En su primera época de estudiante, casi niño, no fue Pepe de esos muchachos que se sientan lo más cerca posible del maestro, aprendiendo de memoria, como loros, cuanto se les manda, antes por obediencia y aplicación irreflexiva que por verdadero amor a estudios que aún no entienden; pero tenía inteligencia sobrada para comprender que había de llegar un día en que de todas aquellas asignaturas y materias, que juntas querían meterle por fuerza de golpe en la cabeza, tendría que fijarse en alguna, decidirse y estudiarla, confiando a la perseverancia en el trabajo su porvenir y el amparo de los suyos.

Venía volada por la calle, y él detrás, detrás. ¡Qué asiduidad! ¡Qué perseverancia! ¡Ay! Déjenme ustedes que repose y tome aliento. Aquella criatura facunda y versátil, especie de andrógino reseco y sin incentivo, vivía en la Rúa Ruera, y se llamaba Felicita Quemada.

Y no hay sólo en el P. Ignacio el espíritu conservador, sino también el de reforma y el de progreso. «Todos sus pensamientos y cuidados, dice el ya citado biógrafo, tiraban al blanco de conservar en la parte sana ó de restaurar en la caída, por y por los suyos, la sinceridad y limpieza de nuestra feTodavía hay otra idea elevadísima, si no desconocida y seguida en otros institutos religiosos, por ninguna observada y seguida con más firmeza y perseverancia que por la Compañía de Jesús: la idea y el propósito de divulgar las ciencias, las letras y toda cultura, haciendo de ellas y del progreso humano preciosos y dignos auxiliares de la religión.

«Aquel era su tirano: un tirano consentido, amado, muy amado, pero formidable a veces. ¿Y cómo romper aquellas cadenas? A ella se lo debía todo. Sin la perseverancia de aquella mujer, sin su voluntad de acero que iba derecha a un fin rompiendo por todo ¿qué hubiera sido él? Un pastor en las montañas, o un cavador en las minas.

La Inglaterra lo acoge un día con calor, después de la paz de Bâle, lo trata con indiferencia después de la de Amiens, le escucha a su ruptura, y el incansable Miranda persigue con admirable perseverancia su obra.

Cumplió la tarea que se había impuesto con la atención minuciosa, el cuidado paciente y la perseverancia infatigable de aquella sultana aburrida que, en la ausencia del señor, arranca una a una todas las plumas de un viejo loro. Hubiera preferido, desde luego, vengarse directamente de Germana; pero Germana estaba lejos.

Otra habría puesto en aquel caso unos morritos muy serios; ella no, porque fundaba su éxito en la perseverancia combinada con el cariño capcioso y diplomático. Entrando en un túnel de la Rioja, dijo así: «¿Apostamos a que sin decirme una palabra, lo averiguo todo?».

Nicolasa había heredado de su madre ciertas prendas que valen más que los bienes de fortuna, porque los conservan, si los hay, y suelen proporcionarlos, si no los hay. Tenía don de mando y don de gentes, extraordinaria energía de voluntad y perseverancia en sus planes.

Palabra del Dia

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