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Actualizado: 11 de julio de 2025
Sus buques permanecían encadenados un año entero en los puertos de Aulide por miedo á la hostilidad de la atmósfera, y para aplacar á las divinidades del Mediterráneo sacrificaban la vida de una virgen. Todo era peligro y misterio en el reino de las ondas. Los abismos rugían, los peñascos ladraban, los escollos eran sirenas cantoras que iban atrayendo con su música á las naves para despedazarlas.
Rafaelito habíase retirado a su cuarto en la madrugada, y las hermanas permanecían clavadas en sus sillas, bostezando de cansancio, con un gesto de extrañeza y de miedo, como si presintieran que la muerte rondaba por la puerta de la alcoba. La madre indignábase al hablar de los médicos. ¡Vaya una gente ignorante! Todo lo echaban en palabrotas raras e ininteligibles.
Algunos atlots que se habían visto precedidos de otros más audaces en el escogimiento de las parejas permanecían inmóviles cerca del corro, vigilando a sus compañeros para sucederles.
El General Primo de Rivera entregó el primer plazo de 400,000 pesos mientras aún permanecían los dos Generales en rehenes. Nosotros, los revolucionarios, cumplimos por nuestra parte con la entrega de armas, que pasaron de mil, como consta á todo el mundo por haberse publicado la noticia en los periódicos de Manila.
Recosían unas mujeres sus ropas; otras, patiabiertas dentro de sus batones sucios y repantingadas en pobres sillones de lona, se agarraban con las manos a lo más alto del respaldo. Algunas se quejaban de dolores en el brazo que había recibido la vacunación. Los árabes permanecían acurrucados en el caramanchel de las escotillas, mirando el mar con expresión pensativa... sin pensar en nada.
Eso de gobernar es oficio de las mujeres. ¿Adonde iríamos á parar si nosotros, con nuestra inexperiencia, nos metiésemos á dirigir las cosas públicas?... Y los que pedían más crueles castigos para la revolución de los hombres eran los hombres. En cambio, había mujeres que permanecían en silencio, como si temiesen hacer pública su opinión sobre este suceso.
Desnoyers creyó por unos momentos que iban á cumplirse los sombríos vaticinios de su primo. Este asesinato, con sus correspondientes represalias, podía ser la señal de una guerra civil. Pero las masas del pueblo, transidas de dolor por la muerte de su héroe, permanecían en trágico silencio. Todos veían más allá del cadáver la imagen de la patria.
Estoy lejos de ella, muy lejos; hace mucho tiempo que no la veo, y necesito oir su nombre, ¡necesito que alguno sepa que la amo, que la adoro!...» Pero llegaba el momento deseado, y mis labios permanecían mudos, y el corazón quería salírseme del pecho.
Mientras sus ojos permanecían sumidos en este mundo lóbrego surcado por los rojos cometas de la pesadilla, su oído vibraba débilmente en ciertos momentos con palabras que parecían sonar lejos, muy lejos, y sin embargo eran pronunciadas junto a su cama. «Pulmonía traumática... Delirio.» Estas palabras eran repetidas por diversas voces, pero él dudaba que se refiriesen a su persona.
Y de esta suerte, huyendo cuando venían a cogerle y tornando en seguida a tirarles piedras, les fue dando por más de media legua una muy pesada escolta. Los curiosos se habían diseminado. Reinaba completo silencio en el Molino. Ángela y Rosa permanecían en el corredor, cada cual en un rincón, con la cabeza entre las manos.
Palabra del Dia
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