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Actualizado: 25 de junio de 2025


Ya que le pierdo, y quizá para siempre, conozco cuánto vale, y le amo; perdidamente le amo. Y para que veas mi indignidad y mi vileza, amándole le he faltado: he atravesado su corazón con el puñal venenoso de los celos. Yo tengo la culpa, y don Andrés está disculpado. Yo le atraje, yo le provoqué, yo le trastorné el juicio, y me faltó al respeto, hizo lo que yo merecía.

La niña se llevó las manos a la cara y rompió a llorar perdidamente.

Sus breves días de ventura, cuando enamorada perdidamente de su esposo y creyéndose de él correspondida, habíase creído en posesión del falso objeto de la vida, que es la dicha, y se había olvidado del objeto verdadero, que es Dios, se le pusieron delante.

Pero los amores de mi niña eran la hermana San Sulpicio, una andaluza hermosísima, llena de gracia y atractivo; había cuatro chicas enamoradas de ella perdidamente; pero la que se llevó la palma y llegó a ser su favorita al cabo de algún tiempo, fue Maximina; sin embargo, la hermana, que era un poco coqueta al parecer, se complacía algunas veces en mortificarla mostrándole gran frialdad o adoptando con ella un continente severo, hasta que viendo su cara contristada, se echaba a reír y le tiraba suavemente de una oreja, llamándola tonta.

Paula reía también pasando y repasando sus manos por la cabeza de la criatura. Cuando haga falta un perulero para el aceite, ya sabéis dónde lo habéis de hallar prosiguió Concha. Disipada la lástima, adivinando que la chiquita había caído en desgracia, las criadas se entregaban a la alegría cambiando bromas sin gracia, pero que las hacían reír perdidamente.

Como en uno de los sucesivos jueves dijera algo acerca de lo que le había gustado la fiesta de Pentecostés, la principal del año en la comunidad, y después recayera la conversación sobre temas de iglesia y de culto, expresándose la neófita con bastante calor, Maximiliano volvió a sentirse atormentado por la idea aquella de que su querida se iba a volver mística y a enamorarse perdidamente de un rival tan temible como Jesucristo.

Al proferir estas palabras se le había ido anudando la voz en la garganta, hasta que se echó a llorar perdidamente. Me costó mucho trabajo calmarla, pero al fin lo conseguí elogiando su carácter franco y sencillo y su buen corazón, y prometiendo quererla y respetarla siempre. Me hizo jurar una docena de veces que no pensaba nada malo de ella.

Debía de saber que él, Maldonado, hacía tiempo que obsequiaba a Esperanza, que estaba enamorado de ella perdidamente. Sentía en el alma que un amigo tan íntimo le viniese a hacer daño. Recordóle con enternecimiento la infancia, sus juegos, el colegio. Concluyó por suplicarle con voz entrecortada por la emoción que si no tenía un gran interés por Esperancita dejase de darle celos.

No puede en adelante ser dichoso o desgraciado mi porvenir sino en virtud de lo que usted se digne resolver. ¿Bastará con que le diga que no hay uno solo de sus méritos, uno solo de sus atractivos, uno solo de sus sufrimientos de que no me sienta profundamente, perdidamente penetrado? »Estimo a usted tanto, señorita, que me parece cometer una profanación al osar amarla.

La modestia y el recogimiento de doña Beatriz hacían que gastase poquísimo en su persona, así es que le sobraba mucho, en proporción de su corta hacienda, y todo lo consumía en obras de caridad. Paco Ramírez, testigo de todo esto, y única persona que veía a doña Beatriz en su soledad, acabó por enamorarse de ella perdidamente.

Palabra del Dia

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