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Actualizado: 25 de junio de 2025
Y cuando al salir del desmayo observó que el joven, sin hacer caso de su herida, la había llevado hasta la fuente y le empapaba las sienes con agua, comenzó á sollozar perdidamente. Nolo sonreía. Pero al acercarse el verano en el año anterior, Demetria, que cumplía catorce, experimentó grandiosa trasformación.
Sin embargo, debí de estar blando en la argumentación, porque ella insistía cada vez con más fuerza, y por un momento creí ser derrotado. Entonces capitulé. Le dije que, aun suponiendo, lo cual no era probable, que las señoritas que allí asistieran se enamoraran de mí, nada malo podía redundar para ella, puesto que yo estaba ya perdidamente enamorado, y en mi corazón no cabía otro amor.
Concertado su matrimonio, enamorose perdidamente del príncipe. Su amor fulguraba y la enceguía como el sol. Por eso se forjó otra vez ilusiones, a pesar de su experiencia.
Mas como no llegaba, resolviose un día a enamorarse perdidamente de él y se lo demostró de un modo que no daba lugar a dudas. «Todo el Madrid elegante» recordará a una linda rubia abonada al turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con un caballero flacucho y pálido sentado en la fila de atrás; que en el teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del Retiro, y hasta por las mañanas, cuando iba de tiendas, se la veía con él, escoltados por la mamá.
Y no sólo me divierto, sino que, ¿por qué no he de confesártelo? me siento como nunca me sentí en Madrid, perdidamente enamorado de una mujer. Pero ¡qué mujer, chico! Es un encanto, un prodigio de bonita. Y no sé decir si por desgracia o por fortuna, de la más pasmosa severidad de costumbres. La llaman el Sol de Tarifa, porque de aquella ciudad salió ella como el sol por oriente.
A veces el danzador, en medio de su carrera, pasaba y repasaba ligeramente el adufe por debajo de sus hombros, a veces lo lanzaba perdidamente por los hombres, y como si estuviese atado a la voluntad del mancebo, siempre le venía a las manos limpia y galanamente.
Otro empleado, muy joven aún, simuló estar perdidamente enamorado de la mujer del embajador chino; durante algún tiempo logró atraer sobre él la atención y aun la compasión; pero la gente experimentada no tardó en comprender que aquello no era sino una imitación miserable de una auténtica originalidad, y todos le volvieron con desprecio la espalda. Hubo otras muchas tentativas de la misma índole.
D.ª Carolina se enfureció, llamó pobrete, hambrón y holgazán a Mario, y se negó resueltamente a soltar un cuarto. Si te figuras concluyó diciendo que nosotros vamos a mantener vagos toda la vida, estás muy equivocada. Esta amenaza la llenó de terror. Se humilló, procuró desarmarla prometiendo no volver a pedirle dinero. Y corrió, como siempre, a encerrarse en su cuarto para llorar perdidamente.
Y rompió a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El prelado se inclinó hacia ella y le habló con dulzura. Sosiéguese usted, hija mía. Sosiéguese usted y aprenda que un sucesor de los Apóstoles no puede sentir prevención ni odio. Si usted ha pecado, pida la absolución a su confesor.
El muchacho era trabajador, valiente, audaz y simpático, y por eso lo querían los muchachos del pueblo; pero él se enamoró perdidamente de esta niña Carmen, que es la sobrina del señor alcalde, y una de las jóvenes mas virtuosas de toda la comarca.
Palabra del Dia
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