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Actualizado: 27 de julio de 2025
Un día nos dijo que sí, que estaba dispuesto a decir dónde estaba el tesoro. Llamó a Ryp y quedamos de acuerdo en ir todos a la orilla del río, escoltados por diez moros armados. Llegamos a la arruinada fortaleza, y Allen exigió que le dejaran solo.
Son los guiris dijo Bautista a Martín. Me alegro. La media compañía se acercó al grupo. ¡Alto! gritó el sargento . ¿Quién vive? España. Daos prisioneros. No nos resistimos. El sargento y su tropa quedaron asombrados, al ver a un militar carlista, a dos monjas y a sus acompañantes llenos de barro. Vamos hacia el pueblo les ordenaron. Todos juntos, escoltados por los soldados, llegaron a Viana.
Aquellos senderos podían resultar por la noche peligrosos para el reducido cortejo que debía trasladar el cuerpo, desde la casa de Milly, al cementerio de Saint-Point. Tan luego el alba apareció por las lejanas cumbres de los Alpes, volvimos a emprender nuestra marcha, escoltados hasta la altura de la primera colina que domina el jardín y las viñas, por todos los habitantes de la aldea.
Es prueba del índole dócil de estos indígenas, la facilidad con que se prestaron á las insinuaciones de Matorras, á los planes de Arias, al tránsito de todos los que han explorado el Bermejo, mal escoltados y sin influjo en los gefes de estas tribus. Cornejo pasó con 32 individuos, Soria con 21, y el P. Morillo con 4, incluso su pagecillo.
Momentos después cabalgaban ambos señores y la dama entre ellos, escoltados por el joven Pleyel. Habíase retardado Roger en el mesón llamando á los arqueros, cuando oyó una voz angustiada pidiendo favor á gritos.
La guardia civil empujaba á los romeros fuera de la plaza. Salían en bandas de la iglesia con sus estandartes, desgarrados en la lucha, y emprendían la ascensión á Begoña escoltados por los jinetes. La muchedumbre hostil, contenida en su avance por la tropa, oía cómo se alejaban las cofradías por las calles empinadas que daban acceso al santuario.
Eso que nos aparece como un poco de polvo blanco, como leve imperceptible vapor, es una nebulosa: millones de soles tan grandes y mayores que el nuestro la forman, escoltados por una legión de planetas y satélites que respiran y beben su aliento. Y esta nebulosa no es más que una provincia del éter. Más allá hay otras, y otras, hasta el infinito.
Ya mueren aquí las gentes sin llamarme, tan tranquilas, como si fuesen perros exclamaba indignado. Cada vez hay menos entierros. Ya van al cementerio sin acordarse de don Facundo, escoltados por centenares de badulaques que se pirran por molestar á la Iglesia asistiendo á eso que llaman actos civiles. Señores... ¡entierros civiles en las Encartaciones! ¿Quién podía figurarse que veríamos esto?...
Mas como no llegaba, resolviose un día a enamorarse perdidamente de él y se lo demostró de un modo que no daba lugar a dudas. «Todo el Madrid elegante» recordará a una linda rubia abonada al turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con un caballero flacucho y pálido sentado en la fila de atrás; que en el teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del Retiro, y hasta por las mañanas, cuando iba de tiendas, se la veía con él, escoltados por la mamá.
Entonces Romadonga, con la galantería propia de un fidalgo español, ofreció el brazo a la chula y se fueron escoltados por el guardia. La muchedumbre aplaudía riendo. Mario llegó a ser un escultor distinguido. Llovieron las demandas de obra en su estudio. Bustos, estatuas, jarrones, mausoleos, todo lo trabajó con gloria y provecho. Comenzó a ganar sumas considerables.
Palabra del Dia
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