United States or Mozambique ? Vote for the TOP Country of the Week !


Vinieron gentes nuevas, y como que el monte es corto y de forma bella, y desde él se ve a la ciudad, con sus casas bajas, de patios de arbolado, como una gran cesta de esmeraldas y ópalos, limpiaron de piedras y yerbajos la tierra que, bien abonada, no resultó ingrata; y de la mejor parte del monte hicieron un jardín que entre los pueblos de América no tiene rival, puesto que no es uno de esos jardinuelos de flores enclenques, y arbustos podados, con trocitos de césped entre enverjados de alambre, que más que cosa alguna dan idea de esclavitud y artificio, y de los que con desagrado se aparta la gente buena y discreta; sino uno como bosque de nuestras tierras, con nuestras propias y grandes flores y nuestros árboles frutales, dispuestos con tal arte que están allí con gracia y abandono, y en grupos irregulares y como poco cuidados, de tal manera que no parece que aquellos bambúes, plátanos y naranjos han sido llevados allí por las manos de jardinero, ni aquellos lirios de agua, puestos como en montón que bordan el estrecho arroyo cargado de aguas secas, fueron allí trasplantados como en realidad fueron: antes bien, parece que todo aquello floreció allí de suyo y con libre albedrío, de modo que allí el alma se goza y comunica sin temor, y no bien hay en la ciudad una persona feliz, ya necesita ir a decírselo al montecito que nunca se ve solo, ni de día ni de noche.

Por su parte Cayé adquirió muchos más extractos y lociones y aceites de los necesarios para sahumar hasta la náusea su ropa nueva, mientras Podeley, más juicioso, insistía en un traje de paño. Posiblemente pagaron muy cara una cuenta entreoída y abonada con un montón de papeles tirados al mostrador.

Mas como no llegaba, resolviose un día a enamorarse perdidamente de él y se lo demostró de un modo que no daba lugar a dudas. «Todo el Madrid elegante» recordará a una linda rubia abonada al turno primero par del teatro Real, que se pasaba la noche charlando con un caballero flacucho y pálido sentado en la fila de atrás; que en el teatro de la Comedia y en el de Apolo no le quitaba los gemelos de encima desde su platea; que lo llevaba de remolque en el paseo del Retiro, y hasta por las mañanas, cuando iba de tiendas, se la veía con él, escoltados por la mamá.

Se sabe que en algunas regiones, en épocas remotas, los esclavos eran enterrados vivos con el cadáver del amo, y que hasta el siglo pasado era costumbre en la India quemar vivas a las viudas con el marido difunto, pero, generalmente, se enterraba a los muertos con provisiones en especies materiales para la vida ulterior, principalmente granos, que, brotando más lozanos en la tierra removida y abonada por los detritos del difunto, dieron origen a la agricultura, según la famosa teoría de Grant Allen, y hoy se les entierra con provisiones en especies espirituales, porque la vida eterna tenía que ser pensada, finalmente, sin las circunstancias de la existencia real, o de lo contrario no podía ser eterna.

La tierra, de puro labrada, abonada, removida, tenía no qué aspecto de decrepitud. Sus poderosos flancos parecían gemir, sudando una humedad viscosa y tibia, mientras en los linderos incultos, al borde del caminillo, quedaban aún rincones vírgenes, donde a placer crecían las bellas superfluidades campestres, las gramineas vaporosas, las florecillas multicolores, los agudos cardos.