Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


La enferma no pudo esta vez ponerse a la obra, pero la dirigió, y todo salió a medida del deseo. Desde su sillón atendió a todo. Todo estaba listo al fin del día, y el regocijo era general. Desde tía Carmen hasta señora Juana todos parecían niños en aquella casita. Angelina estaba atareada, friendo los buñuelos, y tía Pepilla iba y venía más alegre que una sonaja.

Eran María Encarnación llamada la Churriana y Pepilla la Poenca, a quien nombraban así por ser sobrina del Sr. Poenco. ¡Endinote! exclamó una corriendo ligerísima hacia mi amigo . ¿Cómo tanto tiempo sin verte? ¿No sabías que esta probe se estaba muriendo? Miloro está encalabrinao por aquí dentro, y ya no quiere nada con la gente de la Viña. Amable canalla dijo el inglés , sentaos.

Media hora después estaba yo en mi casa. Me encerré en mi cuarto y escribí larguísima carta. ¡Ay! Una carta que nunca llegó a manos de Angelina. A las siete, cansado de esperar a mi tía Pepilla, me senté a la mesa. Juana se apresuró a servirme. En esos momentos llegó la anciana. ¡Ay, Rorró! ¡Qué dirás de mi! ¡Pero, hijito de mi alma, qué misa tan larga! ¿Ya te desayunaste? ¿No?

Y entrará Juana, diciendo: «¡Señora... ya vino el charro!» Y usted, tía Pepilla, usted saldrá corriendo a recibirme y abrazarme, o se asomará usted a la ventana para verme llegar, y ver a todas las muchachas que han de mirarme con tamaños ojos, como diciendo: «¡Qué reguapo!» Y entraré, sonando las espuelas, y ustedes se pondrán muy alegres. Y... ¡chas! ¡Ahí está el chorro de pesos!

¡Muchacho! exclamó tía Pepilla. Entra, entra para que te vea tu madrina.... La pobrecilla ha estado muy mala; buen susto nos dió.... Por eso no te hemos escrito. ¿Quién lo había de hacer? Si Angelina estuviera aquí.... Entré en el cuarto de la enferma. La pobre anciana estaba en un sillón, muy abatida y trémula.

Andrés y tía Pepilla vivieron todavía mucho tiempo tranquilos y contentos. Tuve la dicha de cerrarles los ojos, y les cristiana sepultura junto a la tumba de mis padres. En cuanto a .... No me he casado, y vivo muy feliz, gozando del fruto de mi trabajo. En él encontré consuelo y fortaleza. El trabajo productivo me apartó de aquellos idealismos románticos que me causaron tantas amarguras.

El día dos, al caer la tarde, llegó Mauricio. Me trajo una carta de tía Pepilla: «Tu madrina sigue bien. Don Crisanto me dijo ayer que ya pasó el peligro; pero que el estado de Carmen no es bueno. Me ofreció venir a verla cada tres días. ¡Bendita sea la Santísima Virgen que nos ha sacado con bien! Los ramilletes salieron lindísimos, y ya estarán en el altar.

¿Don Román? exclamó tía Pepilla. ¡No vendrá, Rorró, no vendrá.... El pobrecillo no está para esas cosas! Le traeré yo, si no está con el reuma; le traeré yo, y estará muy contento, y para que no tenga que salir a la calle a media noche dormirá aquí. Angelina y él serán los padrinos.... ¿Se aprueba lo que propongo? ¿? Pues.... ¡Aprobado! ¡Qué gratamente que pasamos la noche!

Zapato vaquerizo; ceñido y bien cortado pantalón; chaquetilla gentil; sombrero bien ladeado, y joronguillo al hombro. ¡Buena facha! ¡Eso es! ¡Bien plantado! Pero.... ¡Ven, para que te vean tus tías! Echóme el brazo y me condujo hacia la sala. Al entrar exclamó: ¡Aquí está el hombre! Vamos a ver... ¿qué le falta? Tía Pepilla sonreía regocijada. La enferma me veía apenada y triste.

Entró la noche, llegó la hora de la cena, y tía Pepilla vino en busca mía. Muchacho: ¿qué tienes? ¿estás enfermo? Tocóme en la frente y en las mejillas para ver si tenía yo calentura, y acariciándome dulcemente prosiguió: ¿Qué te pasa? Dímelo, muchacho, dímelo.... No hay en tu rostro la serenidad de siempre.

Palabra del Dia

lanterna

Otros Mirando