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Actualizado: 16 de julio de 2025


Para llegar á sus puertas es preciso ir en una góndola: las primeras gradas de la escalera que le dan acceso, hállanse cubiertas por el agua: se atracan las graciosas embarcaciones á unas astas que á las puertas de los palacios se encuentran, y se penetra con toda comodidad en el vestíbulo.

El moro le abre sus puertas y penetra en su dormitorio; pero la dama lo recibe con la orgullosa majestad de la inocencia ofendida, y lo reconviene tan vivamente por su indigna conducta, que él renuncia á su pasión, y para borrar su falta hace á Dorotea un cuantioso regalo, que, aumentando considerablemente su fortuna, la habilita para dar su mano á D. Juan con anuencia de su padre.

Lo más notable, después de dicho coro, es un fragmento del prólogo de un drama de Epicarmo, titulado Ulises explorador, donde el astuto héroe se disfraza de mendigo y penetra en Troya para averiguar lo que allí pasa. Hay asimismo dos hojas de pergamino de un discurso de Esquines impugnando á Demóstenes.

En los días de trabajo vestían de percal, mantoncito de lana atado atrás y pañuelo de seda al cuello, dejando al descubierto, por supuesto, la cabeza. Nieves, por excepción, traía al diario mantón de la China negro con fleco. Acaban de ponerse al trabajo después de comer. El sol penetra por los dos balcones de la sala al través de los visillos.

Al cabo el ferrocarril se aproxima tanto á la catarata que se percibe el ruido de sus remolinos espumantes; el tren penetra en un pequeño túnel, pasando bajo las rocas que sostienen un antiguo castillo, y al salir de la caverna artificial el viajero se siente sorprendido, hallándose sobre el puente de hierro que atraviesa el Rin en el punto donde se pronuncia el raudal que determina la catarata.

Dios, con el fuego purísimo y refulgente de su amor, penetra las almas santas y las llena por tal arte, que así como un metal que sale de la fragua, sin dejar de ser metal reluce y deslumbra, y es todo fuego, así las almas se hinchen de Dios, y en todo son Dios, penetradas por donde quiera de Dios, en gracia del amor divino.

Si del lenguaje poético, considerado en sus relaciones con la música y con la organizacion humana, la mente se eleva hasta la contemplacion de la idea abstracta, y penetra en los dominios de la psicología, se verá que, siendo la poesía á la prosa, lo que el drama lírico es al drama recitado, ella no es otra cosa que el lenguaje á toda orquesta, la palabra que se acompaña con la música del ritmo y de la rima, que se impregna de ella, que la asimila á su ser, que funde en un todo compacto la idea y la armonía al fuego inestinguible de la inspiracion que arde en la cabeza del poeta.

El héroe penetra en el maravilloso palacio tan estupendamente rico. La gallarda, joven y elegante princesa le recibe á solas y se entrega. Una sola lámpara de extraña luz ilumina la estancia, y sobre todos los objetos derrama encantados resplandores.

El do es terrible, pero el pecho es magnífico, y lo que hay dentro del pecho, el corazón, supera a toda magnificencia. Al gritar Rosalía parece que se le dilatan los pulmones. Con ninguna otra palabra su voz sube tan alto. Yo me río como una loca; pero la verdad es que ese do de pecho penetra en lo más hondo del mío. ¿Quieres creer que hasta como tenor me gusta Ricardo? ¡Es el colmo, hijita!

En suma, Hay, con argumentos dialécticos y cosmológicos, acaba por demostrarse la existencia de Dios, que todo lo llena; de una inteligencia pura que lo dirige todo y que todo lo penetra, sin las dimensiones y demás accidentes propios de los cuerpos. Cuando muere la gacela, su madre adoptiva, discurre Hay sobre la vida y la muerte. Quiere buscar el principio de la vida que de la gacela ha huido.

Palabra del Dia

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