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Actualizado: 26 de junio de 2025
También he vuelto á ver su frac negro de corte antiguo, la corbata blanca profesional, y el diamante hereditario en la pechera; en una palabra, con todos los signos exteriores de un espíritu grave, metódico y amigo de las tradiciones.
Soltó el traje de repente, llegóse a su marido, y le pasó un brazo alrededor del cuello, escondiendo la cara en su pechera como la primera vez que había tenido que abrazarle; y allí, en una especie de murmullo o secreteo dulcísimo, acabó la frase interrumpida.
El hombre que había encontrado vestido de religioso, con sandalias usadas, se había presentado entonces de una manera muy diferente, como un verdadero hombre de mundo, en situación próspera, con un hermoso diamante en la pechera de su camisa y en traje de comida, de corte especialmente elegante.
Miraron ambos a la puerta; cerciorose el compinche de que la esposa se había retirado, y volviéndose hacia el Delfín, le dijo con la voz temerosa que emplean los conspiradores domésticos: «¿Chico, no sabes... la noticia que te traigo...? ¡Si supieras a quién he visto! ¿Nos oirá tu mujer?». No, hombre, pierde cuidado replicó Juan poniéndose los botones de la pechera . Claréate pronto.
Mas al verme llegar a la reja con el gabán puesto, dejando asomar la corbata blanca y la pechera de la camisa, observé que se esparcía por su rostro una leve nube de tristeza. Me habló durante largo rato distraída, preocupada.
Apretó los labios, le brillaron los ojos, y dijo con enfurruñamiento: No; tú no serás ministro; no quiero que lo seas, no me da la gana, ¿lo entiendes, Isidro?... Dime que no lo aceptarás aunque te lo ofrezcan; dimelo, o reñimos... El mundo está lleno de tentaciones, y ¡no digo nada si acudirían las señoronas al ver a este feo, que habla como los propios ángeles y tiene tanto talento, vestido de general, con una casaca de esas que tienen la pechera bordada de ojos!... ¡lo mismo que las moscas a la miel! ¡Ojo, señorito!
Se adivinaban debajo de ella los relieves y el calor perfumado de la carne, sin velos interiores. Miguel miró su smoking y su brillante pechera como si hubiese cometido una falta.
Los honores y mercedes que antaño se ganaban por las grandes cosas que hacían los caballeros, hogaño las lograba cualquier menestral mediante un bolsillo de ducados. ¿Es cosa derecha preguntaba que el Rey se haga de caudales vendiendo hidalguías como trastos de almoneda o recargando a la nobleza de nuevos tributos y haciéndola pechera y villana?
Preocupándose de la integridad de su pechera dura y su corbata blanca, daba órdenes á una tropa de mestizas del boliche que se habían convertido en servidoras y preparaban las mesas para la fiesta de la tarde.
La Regenta vio enfrente de sí a don Álvaro, del brazo de Quintanar, su inseparable amigo. El frac, la corbata, la pechera, el chaleco, el pantalón, el clac de Mesía, no se parecían a las prendas análogas de los demás. Ana vio esto sin querer, sin pensar apenas en ello, pero fue lo primero que vio.
Palabra del Dia
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