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Actualizado: 24 de junio de 2025
Antes de amanecer mandé al bote á que trajese la madera que tuviese cortada la chalupa, y ordenase al patron de esta, que navegase el rio, aguas arriba, hasta una isla que le señalé, y que allí permaneciese hasta otra disposicion.
En cada pueblo hay dos cofradías o congregaciones, que les llamaban los jesuitas: una de San Miguel, patrón universal de toda esta provincia, y la otra de la Santísima Virgen María, que en unos pueblos es con la advocación de la Asumpción, y en otros el de la Natividad; y aunque en esos días se celebra fiesta particular, no veo que al presente haya mucho esmero en promover esta devoción.
¿Dónde están alojadas estas monjas? pregunté a mi patrón. ¿Dónde están alojadas?... ¡Pues en casa! ¿No las ha visto usted?... ¡Ah! No me acordaba que ha llegado hoy... Ocupan dos habitaciones no muy lejos de la que usted tiene. ¿Son hermanas de la Caridad? Me parece que no, señor... Tienen un colegio allá en Sevilla... La más vieja es la superiora... es valenciana.
¡Diablo de rapaz! decía hablando de él con los viejos camaradas de la ría. ¡De dónde habrá sacado tanto talento! ¡Nadie hubiera dicho que de aquel pobre patrón de Bermeo pudiera salir un hijo así!... Y el gabarrero temblaba de emoción, saltándole las lágrimas, cuando le hablaban en la villa de su sobrino y de lo satisfechos que tenía á los señores del Instituto.
El patrón de la goleta tenía la orden de esperarnos durante una semana cerca de la desembocadura del río, y, en el caso de que no apareciéramos, volver durante seis meses en el período de luna llena. Abandonamos la goleta, y en un bote remontamos el río, hasta llegar frente a las ruinas de una fortaleza que se levantaba en un cerro.
Estaba amueblado con lujo de gusto dudoso. En vez del sello que imprime cualquier persona, si no es enteramente vulgar, al decorado y adorno de sus habitaciones, observábase la mano del mueblista que cumple el encargo que le han dado, según el patrón corriente. Las puertas de madera del balcón estaban abiertas. La luz penetraba por un transparente que representaba un paisaje de color de chocolate.
Tal vez ha ido á Fuerte Sarmiento con don Moreno para el entierro de mi pobrecito patrón. Al quedar sola, Elena empezó á preocuparse de su esposo, personaje olvidado que parecía resurgir con nueva importancia. Estaba acostumbrada á considerarlo como un ser falto de voluntad, pronto á aceptar todas sus ideas y creyendo lo que ella quisiera hacerle creer.
Eran laúdes como los que había mandado el patrón Ferragut, embarcaciones de Valencia que llevaban vino á Cette y frutas á Marsella. Ulises tenía un amigo, el secretario del Ayuntamiento, único habitante que guardaba en su casa algunos libros. Tratado por los ricos con cierto menosprecio, buscaba al muchacho, por ser el único que le oía atentamente.
Pero el viejo patrón, ó no oyó las advertencias, ó se hizo sordo á ellas, que es lo más probable, por disfrutar algunos instantes más de la presencia de sus compañeros. ¡Que suelte! le volvieron á repetir más alto. Y nada: el viejo, clavado como una estatua á la orilla del mar, no soltó el cabo.
Era el dueño, que venía á recobrar su buque para hacerlo entrar en el puerto con toda legalidad. El mismo bote se encargó de llevar á tierra á Ulises con su pequeña maleta. Le acompañaba un señor rojizo y obeso, que parecía tener gran ascendiente sobre el patrón.
Palabra del Dia
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