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Actualizado: 16 de junio de 2025
¿Ves, Quico? decía Camaroncocido; la mitad de la gente viene por haber dicho los frailes que no vengan, es una especie de manifestacion; y la otra mitad, porque se dicen: ¿los frailes lo prohiben? pues debe ser instructivo. Créeme, Quico, tus programas eran buenos, ¡pero mejor es aun el Pastoral y cuenta que no lo ha leido nadie!
D. Francisco José Rodriguez Chico, natural de la Nava del Rey, villa del Reino de Castilla la vieja: estudió en Salamanca, fue Canónigo en Leon, haciéndose notable ya por su asistencia diaria a los enfermos pobres, entre quienes repartía todo lo que tenía: el Rey Fernando VI le nombró Obispo de Teruel, de cuya silla tomó posesión en 27 de Noviembre de 1757, y al cabo de los cuatro meses de su llegada, comenzó su visita con el fin de mejorar el estado de sus Iglesias: la dotación de los curatos, la unión de beneficios incongruos, los planes de dotación de las raciones de los templos de la ciudad y la buena administración de sus rentas, sus desvelos por el buen gobierno del Hospital general, la economía de su vida para dar de comer a un crecido número de pobres en unos años estériles, su celo en procurar la instrucción de los eclesiásticos y del pueblo de todo su Obispado; son un testimonio de su pastoral solicitud.
Tiene razón el muchacho se quedó pensando el Obispo que trataba al Magistral como un padre débil a un hijo mimado . Esa Paula nos maneja a todos como muñecos. Y continuó corrigiendo la Pastoral. De Pas tomó por el callejón arriba, desandando el camino; pero al llegar cerca de su casa se detuvo. No sabía qué hacer.
-Déjate desas sandeces -dijo don Quijote-, y vamos con pie derecho a entrar en nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras imaginaciones, y la traza que en la pastoral vida pensamos ejercitar. Con esto, bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo. Capítulo LXXIII. De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar de su aldea, con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia
La verdadera gracia, el encanto mágico de la pura poesía pastoral, se confunde en ellos con la más grave solemnidad de la heróica.
Después que te hayas dado, pasaremos lo que resta de la noche cantando, yo mi ausencia y tú tu firmeza, dando desde agora principio al ejercicio pastoral que hemos de tener en nuestra aldea. -Señor -respondió Sancho-, no soy yo religioso para que desde la mitad de mi sueño me levante y me dicipline, ni menos me parece que del estremo del dolor de los azotes se pueda pasar al de la música.
Consta que sirvió a don Jerónimo Manrique de Lara, obispo de Cartagena, "a quien agradó sumamente con unas églogas que escribió en su nombre y con la comedia La Pastoral de Jacinto, que fué la primera que hizo de tres jornadas", dice Montalván, sin que podamos saber en qué tiempo entró Lope a prestar esos servicios ni cuánto duraron.
Sr. D. Juan Daza, obispo de esta santa iglesia, ejerciendo su oficio pastoral en la villa de D.ª Mencia de esta diócesis, donde la iglesia parroquial está inclusa en un monasterio de la órden. Queriendo visitar el Sagrario y las otras cosas conforme á un proceso y sentencia determinada por el Sr.
Don Quijote, sin guardar términos ni horas, en aquel mismo punto se apartó a solas con el bachiller y el cura, y en breves razones les contó su vencimiento, y la obligación en que había quedado de no salir de su aldea en un año, la cual pensaba guardar al pie de la letra, sin traspasarla en un átomo, bien así como caballero andante, obligado por la puntualidad y orden de la andante caballería, y que tenía pensado de hacerse aquel año pastor, y entretenerse en la soledad de los campos, donde a rienda suelta podía dar vado a sus amorosos pensamientos, ejercitándose en el pastoral y virtuoso ejercicio; y que les suplicaba, si no tenían mucho que hacer y no estaban impedidos en negocios más importantes, quisiesen ser sus compañeros; que él compraría ovejas y ganado suficiente que les diese nombre de pastores; y que les hacía saber que lo más principal de aquel negocio estaba hecho, porque les tenía puestos los nombres, que les vendrían como de molde.
Al acordarse de su tesoro tuvo otra sacudida, y se removió en el asiento lastimándose mucho con el duro contacto de aquellos mal llamados muelles. «Pero el cuento más salado ¡narices! dijo Olmedo , es el del panadero. ¿Lo sabes tú? Cuando aquel obispo fue a la visita pastoral y se acostó en la cama del cura... Veréis...». Fortunata se levantó para marcharse.
Palabra del Dia
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