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Actualizado: 24 de julio de 2025
-Déjate desas sandeces -dijo don Quijote-, y vamos con pie derecho a entrar en nuestro lugar, donde daremos vado a nuestras imaginaciones, y la traza que en la pastoral vida pensamos ejercitar. Con esto, bajaron de la cuesta y se fueron a su pueblo. Capítulo LXXIII. De los agüeros que tuvo don Quijote al entrar de su aldea, con otros sucesos que adornan y acreditan esta grande historia
Y Chinto se echaba dócilmente a la calle en busca de anís.... Volvía a presentarse la terrible comadre, toda fatigosa y sofocada. Vino... ¿hay vino? ¿Para ti? murmuraba sin poder contenerse la impedida. Para ti, para ti.... ¡Para ella, demonche, que bien necesita ánimos la pobre!... ¿Piensas tú que yo le doy desas jaropías de los médicos, desos calmantes y durmientes? ¡Calmantes!
No has oido decir los memorables Arcos, anfiteatros, templos, baños, Termas, porticos, muros admirables: Que á pesar y despecho de los años, Aun duran sus reliquias y entereza, Haciendo al tiempo y á la muerte engaño? Yo, respondi por mí, ninguna pieza Desas que has dicho, dexo de tenella Clavada y remachada en la cabeza.
-Pues, ¿para qué quiere vuestra merced desnudarse? -dijo Dorotea. -Para ver si tengo ese lunar que vuestro padre dijo -respondió don Quijote. -No hay para qué desnudarse -dijo Sancho-, que yo sé que tiene vuestra merced un lunar desas señas en la mitad del espinazo, que es señal de ser hombre fuerte.
Palabra del Dia
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