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Actualizado: 16 de mayo de 2025
La tertulia dura casi siempre tanto como la representación; pero tiene algunos paréntesis. Cuando la actriz necesita cambiar de traje se dirige a sus tertulios con sonrisa graciosa y ojos suplicantes: Señores, ¿me dejan ustedes un momentito?... un momentito nada más.
Sí, pero sin distinción arguyó la niña, haciendo desdeñosa mueca . El otro... ese sí... el amigo Pedro... ¡ese sí que quisiera yo encontrármelo una noche en cualquier rincón del bosque! El encuentro sería un tanto peligroso objetó Eva. Donde no hay riesgo, no, hay deleite apoyó Marianita . Entre paréntesis, ninguna lástima tengo yo a mi prima la de Aymaret, que le ha dado su corazón... etc.
En los espacios libres de este desfile, en los paréntesis abiertos entre una batería y un regimiento, corrían pelotones de paisanos: grupos miserables que la invasión echaba por delante; poblaciones enteras que se habían disgregado siguiendo al ejército en su retirada. El avance de una nueva unidad los hacía salir del camino, continuando su marcha á través de los campos.
Hablábamos del mundo al cual iba Luz a salir de pronto y por primera vez, y casi aseguraba yo que esta salida no era muy de su gusto, o, cuando menos, que no la necesitaba... Y, entre paréntesis, quiero que valga este ejemplo, que es el que hallo más a mano, por otros cien que pudieran citarse para pintar el modo de ser de la hija de la marquesa de Montálvez en la ocasión de que se trata.
Esteven pudo encajar en este primer paréntesis de S. E. su respetuosa protesta contra una resolución que calificaba de poco patriótica; el ilustre doctor Eneene se debía a los suyos, ante todo, y si la revolución venía, que no vendría, hallábase obligado a esperarla a pie firme, dispuesto a vender cara su cartera y a defender sus actos.
Creo que me volví otro de lo que era y de lo que volví a ser. Fue como un paréntesis en mi vida. Y nada, hija de mi alma, fue el maldito capricho por aquella hembra popular, no sé qué de entusiasmo artístico, una demencia ocasional que no puedo explicar. ¿Sabes lo que estoy deseando ahora? dijo bruscamente Jacinta. Que te calles, hombre, que te calles. Me repugna eso.
Esto le ocasionó grandes tristezas que al principio trataba de disimular delante de su querida; pero una tarde que estaban sentados junto al balcón, se le abatieron tanto los espíritus que no pudo contener su pena y la confió a su amiga: «Chulita, habrás notado que yo... pues... habrás visto que mi salud no es buena. Y entre paréntesis, ¿qué edad me echas tú?».
Luego colgó de ella su ferreruelo, á fin de que no pudiera verse nada desde afuera, y miró si había alguna rendija. La puerta era nueva y encajaba bien. Henos aquí metidos en un paréntesis dijo don Francisco. Lo que es yo, me encuentro en un paréntesis de mi vida.
Bien podemos decir, aunque sea entre paréntesis, y por vía de desahogo, que restando de lo que pagamos por ciertos artículos, el exceso que se paga para proteger la industria nacional, tal vez resulte que con este exceso, salga la tal industria, más asalariada por el Estado, que cualquiera otra función u oficio público, y que, con lo que nos cuesta, pudiéramos sostener todos los empleados que hay en Madrid, y dar su paga íntegra a los generales, aunque pasen de setecientos.
Abramos un corto paréntesis para referir lo que había pasado pocas horas antes. A las siete de la noche, cruzando Benedicta por la esquina de Palacio, se encontró con Aquilino. Ella, lejos de reprocharle su conducta, le habló con cariño, y en gracia de la brevedad diremos que, como donde hubo fuego siempre quedan cenizas, el amante solicitó y obtuvo una cita para las diez de la noche.
Palabra del Dia
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